Elecciones y desigualdad

reparto-de-la-riqueza-España-2015jpg

La desigualdad juega un papel central en el debate público. Se lo debemos a economistas como Stiglitz, Piketty o Zucman, y a otras personas más influyentes como el Presidente Obama, que la considera el mayor desafío de nuestro tiempo. También al Papa Francisco, que coincide en esa opinión, aunque hace poco confundió ricos y pobres al denunciar que la pobreza alimenta el terrorismo. No parece que sea así. Lo que nutre el terror es la desigualdad. El terrorismo es la punta de lanza de negocios que utilizan la religión y otros medios para atraer descontentos, ricos o pobres, a una causa que no es otra que esos mismos negocios, sean económicos o políticos. Y esos negocios no están organizados por pobres. Es la desigualdad lo que alimenta el terrorismo, como sustenta y potencia también la pobreza, la destrucción ecológica, la guerra, la violencia, la injusticia, la corrupción, las dictaduras, los refugiados o la emigración.

 Sigue leyendo en el blog de Economistas frente a la crisis →

Un artículo de Luis Molina

Recetas contra la desigualdad

Pulse en la imagen para ampliarla.

Pulse en la imagen para ampliarla.

La desigualdad es un grave problema que trasciende las fronteras nacionales y exigirá soluciones globales.

En un artículo anterior explicaba que no hay país de la Unión Europea que escape a la desigualdad extrema. Ni siquiera entre los nórdicos, cuya distribución de rentas es mejor (más justa o equilibrada) que el promedio comunitario, pero que mantienen una pésima distribución del patrimonio.

Continuando con aquella reflexión, de menos a más, en el caso de España es previsible que a corto y medio plazo la agudización de las desigualdades de renta impulse una mayor desigualdad patrimonial. La riqueza se concentrará todavía más en la cúspide y mermará por la base engrosando la población de ciudadanos sin recursos patrimoniales, dependientes totales, por tanto, de algún flujo de rentas, sea de un trabajo, del Estado o de la caridad. Y estarán en situación más inestable y precaria debido a los recortes en los derechos sociales. Sigue leyendo en el blog de Economistas frente a la crisis

Un artículo de Luis Molina

La desigualdad en la Unión Europea

porcentaje-de-patrimonio

La desigualdad extrema es norma en toda la Unión Europea. Lo es en los países del sur, del este, del centro y también, aunque pueda sorprender, entre los nórdicos.

Antes de ver las cifras, conviene recordar que la desigualdad se debe evaluar según la distribución de los patrimonios. Al rico o al pobre se le distingue por lo que tiene, no por lo que gana. Y esto es aplicable a los grandes ricos de la lista Forbes o a las legiones de desposeídos del mundo.

Hasta el ejecutivo mejor pagado sabe que más vale poseer patrimonio que disponer de rentas. Una persona sin patrimonio es una persona dependiente. De un salario, por muy alto que sea; de su propio esfuerzo y salud, si es el empresario de un pequeño negocio hipotecado; de las prestaciones por desempleo, quien tenga derecho a ellas; de la capacidad de las instituciones para facilitar nuevos empleos; de los servicios y ayudas públicas; de la solidaridad privada o del apoyo de la familia. Dependiente, al fin, en las fronteras de su país o de la posibilidad de emigrar a otro que le trate mejor.

La situación es bien distinta cuando se tiene patrimonio, y tanto mejor cuanto más patrimonio se tenga. Sigue leyendo en el blog de Economistas frente a la crisis

Un artículo de Luis Molina

¿Dónde está la clase media?

LMT-1

En un artículo anterior, La imagen de la desigualdad en España en 2014, explicaba por qué es un buen método de análisis dividir la riqueza patrimonial en tramos del 10%, o deciles, que permitan distinguir las diferencias entre los de arriba y los de abajo. Siguiendo ese mismo método y utilizando la misma fuente estadística, el Global Wealth Databook 2014 de Credit Suisse (GWD-2014), se puede calcular el patrimonio promedio en cada uno de esos diez tramos. Así, cada cual podrá calcular el suyo propio y ubicarse en esa sintética escala social.

Sigue leyendo en el blog de Economistas frente a la crisis

Un artículo de Luis Molina

La imagen de la desigualdad en España en 2014

Deciles y desigualdad patrimonial

Para quienes pensamos que el gran reto que debemos afrontar en el corto y medio plazo es la desigualdad se ha publicado recientemente uno de los informes más esperados del año, el Global Wealth Report de Credit Suisse y su correspondiente Databook, que ofrece información detallada y actualizada sobre la distribución de los patrimonios en 2014. Su interés se explica porque los yacimientos estadísticos oficiales, sean nacionales o internacionales, proporcionan datos sobre flujos de riqueza o rentas y no de los stocks o patrimonios. Estos últimos son difíciles de cuantificar, entre otras cuestiones por la opacidad de los paraísos fiscales, pero son imprescindibles para un análisis riguroso de la desigualdad. Sigue leyendo en el blog de Economistas frente a la crisis

Un artículo de Luis Molina

Los límites de la transformación y el gran cambio necesario

Los límites definen el mundo y sus posibilidades, pero la fantasía de un capitalismo ‘todopoderoso’ intenta convencernos de que todo es sustituible por todo y de que no es necesario preocuparse por límite alguno. Es la lógica del bebé que sólo tiene que pedir para que le den, sin haber asumido todavía que no todo es posible, que el mundo no es una gran teta a su servicio exclusivo. Sin embarto, en algún momento tendremos que pasar del crecimiento a la madurez o al menos iniciar ese camino. El sacrificio elegido es mejor que el sobrevenido, y a menudo conduce simplemente a otro tipo de placeres, a un disfrute autónomo del hacer en sustitución del placer dependiente de obtener (engullendo sin fin lo que nos rodea). Los límites elegidos voluntariamente como forma de previsión implican un aumento de posibilidades para el ser humano, no su reducción.

En este caso vamos a llevar el concepto de autolimitación más allá de la mera contabilidad patrimonial para hacernos eco de una propuesta que tiene en cuenta los límites naturales que preceden a todo lo demás, todo lo contable y lo inconmensurable:

Programa para una «Gran Transformación»

Javier Ibarra
nomasdeunmillon.org

Lista de entradas en el blog

Capitalismo horizontal

Por un momento hagamos abstracción de otros problemas sociales y de otras medidas necesarias para conducirnos hacia una sociedad mejor. Observemos la afección que tendría establecer un límite a la riqueza sin cambiar otras variables. Al debatir sobre esta posibilidad es frecuente encontrarse con el siguiente reparo: ¿cómo acumularemos el capital necesario para la economía productiva? Y es lógico pensar que de algún modo se vería afectada la forma de obtener financiación para cualquier proyecto empresarial, pero esto no quiere decir que la misma se viese mermada. Creemos que más bien tendría lugar una adaptación, porque ya funcionan las herramientas necesarias para reunir el capital que en cada caso sea necesario, como los fondos de inversión que agregan los ahorros de muchas personas en busca de inversiones rentables.

La mayoría de los grandes proyectos no se deben a una sola fortuna, y esa seguiría siendo la vía. Y en vez de un gran crédito, estos proyectos requerirían múltiples créditos o créditos colectivos, para múltiples inversores beneficiarios. Probablemente se haría más necesario el papel de los mediadores. Pero precisamente ese es el tipo de cosas a las que el mercado suele adaptarse muy bien. Simplemente aumentará la mediación profesional para poner en relación a los copropietarios, (gestores de fondos, administradores de empresas y de fincas, gestión colectiva de créditos, etc.). Además ahora la tecnología permite invertir en cualquier crowdfunding o sociedad de las antípodas con pequeños ahorros. También podemos citar casos como el de MCC, un conglomerado de empresas que incluso ha llegado operar como multinacional bajo la forma de cooperativa.

Por otra parte, nada impide que el propio estado actúe como inversor participando en el capital social de algunas empresas (como ya ocurre en muchas ocasiones), especialmente en las inversiones que tengan mayor interés social, (que quizá debieran ser públicas o estatales. Muchas personas parecen haber olvidado que en los países capitalistas hasta hace dos o tres décadas teníamos empresas estatales para asuntos como la telefonía, la energía o la banca).

Y por último, no hay que confundir volumen de producción (o de capital) con la concentración del mismo. Muchas empresas pueden hacer lo mismo que una grande, y generalmente esto llevará a una mejor distribución de los beneficios, porque (además de que esto suele suponer más empleo y un mejor servicio de proximidad) las multinacionales suelen jugar con las deslocalizaciones, para pagar menos salarios o tasas, y con los paraísos fiscales, el gran desfalco que amparan los gobiernos actuales. También porque las grandes empresas tienen más fácil aprovechar su posición de dominio en los mercados para manipularlos vulnerando la ley de la oferta y la demanda.

La existencia del capital financiero necesario para la producción no debería considerarse una preocupación hoy día. En realidad el capital financiero privado está tan sobredimensionado -incluyendo los fondos de pensiones- que su efecto es el de inflar burbujas de activos, (cuando no es el ladrillo son los alimentos, el fracking o lo que surja), sin aportar valor real. Se invierte en burbujas porque en realidad no existe una cantidad de empresas emergentes equiparables a la dimensión de ese capital, y por la (no)regulación financiera que hace más rentable especular. De hecho el modelo actual está hundiendo a muchas empresas solventes precisamente porque los bancos no están cumpliendo su función de dar créditos a pesar de toda esa riqueza financiera, a pesar de todas las inyecciones de liquidez y a pesar de todos los recortes que se han justificado con esa excusa. Y es que no sólo cuenta la disposición de capital sino también la forma de canalizarlo.

Y yendo un poco más allá podemos fijarnos en cómo el dinero es creado. Hay que poner fin al dominio de la banca en la creación de dinero. Es un asunto crucial pero del que apenas se habla. El llamado dinero positivo se postula como la alternativa más razonable y compatible con los nuevos tiempos en los que el paradigma principal no será ya el crecimiento económico, (que no puede ser interminable en un planeta finito), sino la distribución equitativa y sostenible (tanto de los resultados como de los factores de la transformación económica: el trabajo, el capital y los recursos naturales insustituibles de los que se sirven ambos).

En un modelo que no privilegie la especulación, si hay demanda y por tanto expectativa de beneficio, habrá inversores. Y en un modelo que excluya la posibilidad de una concentración individual desaforada, el capital tendría que integrar a más participantes -y beneficiarios- para poder acumularse en su formación. Una riqueza mejor repartida y unas expectativas de beneficio más distribuidas harían posible una financiación también más distribuida. Por ello el límite a la riqueza favorecería la conciencia de la dependencia mutua y el interés por el bien común, (una forma de progreso económico conjunto y no por termino medio).

¿Y cuál es el límite adecuado? Al no haberse planteado ni siquiera la noción de límite, el capitalismo no ha entrado a valorar a partir de qué punto podemos considerar especialmente perniciosa esa acumulación por todos los motivos que venimos señalando en este blog. Es evidente que una acumulación individual ilimitada hasta que una sola persona pudiera hacerse con la propiedad de todo (y quizá registrar la propiedad de las estrellas como hacía aquel ricachón de El Principito que vivía sólo en su planeta) es imposible porque la sociedad acabaría rebelándose contra ese absurdo por mucho que la supuesta eficiencia de la fría fórmula del mercado nos indicara que es una situación económicamente ‘racional’. Imaginar ese extremo puede mostrar el desvarío de esta lógica de acumulación que actualmente no se limita en ningún punto, pero sin duda antes de llegar a ese punto forzosamente revolucionario -a las malas- ya se habría producido un desequilibrio pernicioso. ¿Por qué no prever ese sesgo integrando cierta equidad patrimonial en los modelos económicos? Hasta la fecha ningún estado capitalista ha incluido en sus leyes algo que sería de sentido común: un límite a la acumulación individual.

Llamar a esto capitalismo horizontal puede parecer contradictorio o incluso sarcástico si consideramos la diferencia entre el umbral de la pobreza y la cifra que proponemos aquí como tope, un millón de dólares, pero si tenemos en cuenta el grado de desigualdad real al que hemos llegado en todo el mundo, la comparativa entre una desigualdad y otra haría parecer plana a la primera. Con esa expresión no he querido proponer nada más que un título sugerente para esta entrada en la que aislamos la variable patrimonial, ‘aplanándola’ y ensanchándola, para proyectar el efecto que tendría este cambio dentro del capitalismo. Cabría intentar aumentar el patrimonio personal pero no sin límite. Y la concentración de grandes capitales para inversiones a gran escala necesitaría reunir a más socios y beneficiarios, ponderando ese poder con un criterio más democrático.

Pero como hemos sugerido hacia la mitad, existen otro tipo de límites, infranqueables, aunque los modelos económicos actuales no los integren en sus cálculos, e imponen la necesidad de un cambio de paradigma económico más profundo, más profundo que las alternativas ensayadas en los últimos siglos, lo cual no quiere decir que sea más difícil de llevar a cabo si nos ponemos de acuerdo. También en ese caso, el concepto de autolimitación -límites elegidos voluntariamente como forma de previsión- deviene en un aumento de posibilidades para el ser humano, y no en su reducción. Por su claro vínculo conceptual con la propuesta que defendemos aquí, en la próxima entrada nos haremos eco de esta Gran Transformación que algunos creemos necesaria.

Javier Ibarra
nomasdeunmillon.org

Lista de entradas en el blog

La necesidad de un futuro

Con la constitución del nuevo parlamento europeo cerramos esta recogida de firmas. Una copia del texto ha sido entregado en la oficina del parlamento europeo en España con cada una de las 230 firmas. La presente web, que seguirá abierta y activa, ha recibido hasta la fecha 2761 visitas de 43 países distintos.

VisitasNMUM-2-7-14Nuestro propósito principal ha sido tratar de despertar la reflexión sobre la necesidad de un límite a los patrimonios, y dar difusión a lo aprobado en la Asamblea Virtual del 15M. Sea cual sea el número de apoyos, estos suman y más personas se habrán planteado algo nuevo.

El debate sobre la implantación de un límite a la riqueza suena a muchas personas como algo lejano o poco interesante por la dificultad que entrañaría aplicarlo hoy día. Pero la esclavitud o el apartheid nunca habrían terminado sin el abandono del pensamiento resignado a partir de algún momento, o si sus primeros críticos hubieran pensado que no tenía sentido por la falta de apoyo público o por la lejanía de su objetivo. Por el contrario nosotros pensamos que ha llegado el momento de extender este debate, y nos gustaría puntualizar dos cosas:

1- Sí sería posible crear desde hoy un registro de autolimitación del patrimonio como forma de promover en la sociedad una reflexión sobre esta problemática de la que apenas se habla, como forma de compromiso personal con la promoción de un límite a la riqueza, y como forma de deslegitimar la desigualdad patrimonial.

2- Sólo se puede apreciar la conveniencia de ese registro si previamente hemos llegado a la conclusión de que un límite legal a la riqueza sería beneficioso para la sociedad, destino último de un hipotético apoyo mayoritario al registro. De ahí la importancia de debatir sobre un límite legal, tal y como hemos venido haciendo, por muy lejano que pueda parecer este propósito.

El pensamiento utópico tiene su importancia, (en todos los idearios), porque marca el norte hacia el que se espera avanzar. Los referentes son necesarios aunque no veamos cerca la posibilidad de alcanzarlos. Son importantes por la dirección que marcan, porque determinan los pasos concretos que damos en el presente. Para avanzar con decisión en algún sentido es esencial pensar cómo sería el mejor de los mundos posibles, aunque sólo avancemos ‘provisionalmente decididos’, mientras vamos descubriendo cómo sería ese futuro mejor.

El abandono de este tipo de pensamiento nos va dejando cada vez más huérfanos de dirección, como súbditos en manos de una élite que decide políticamente por nosotros, y que no repara en la necesidad de límites aunque el mundo explotable sea finito y limitado. Así, el progresivo aumento de la desigualdad va sustituyendo la esperanza y la ilusión por el sálvese quien pueda propio de una competición ilimitada y excluyente.

Star Trek TNG capítulo 26: La zona neutral. Extracto en el que el Capitán Jean-Luc Picard conversa con Ralph Offenhouse un empresario del siglo XX crionizado 300 años atrás por una cardiopatía incurable que padecía.

[Si quieres mostrar tu apoyo a esta propuesta puedes hacerlo en esta página.]

Lista de entradas en el blog

Por un registro de autolimitación del patrimonio personal

Este documento es un resumen de la iniciativa que estamos llevando a cabo desde No Más de Un Millón. En él figuran varios enlaces que la amplían y complementan.

Pretendemos deslegitimar la ambición infinita de riquezas para revertir la escalada global de la desigualdad. Puede parecer una utopía pero el método es bien práctico y sencillo. Tan sólo necesitamos colgar un fichero público, al que cualquiera pueda adherirse, con un mensaje que podría ser:

“Consciente de la finitud de los recursos del planeta y de la necesidad de luchar contra la desigualdad, estoy dispuesto a asumir un límite a mi patrimonio personal que sea igual para todos”

Deberían constar públicamente (el fichero no sería propiedad de nadie) los siguientes datos:

  • Número de firmante (asignado correlativamente).
  • Nombre y apellidos (habría que comprobar su veracidad).
  • Nacionalidad.
  • Una marca X si se desea que ese límite autoimpuesto sea de un millón de dólares (para dar mayor concreción al objetivo).

Y nada más. La promoción del crecimiento del fichero iría por cualesquiera otros canales ajenos a esa página: webs, blogs, redes sociales, asociaciones, ongs, partidos políticos, sindicatos o lo que sea.

Se trata de mantener un simple listado que crezca y que exhiba públicamente muchos compromisos personales a favor de autolimitarse el patrimonio. Con ello conseguiríamos deslegitimar la raíz ideológica del modelo económico neoliberal: el respeto (absurdo) a la acumulación sin límite.

Aceptar la ambición infinita de cualquiera nos conduce aceleradamente hacia una pirámide de poder gobernada por quienes tienen esa ridícula pretensión. Debemos demostrar que ese interés no es mayoritario aunque pueda serlo de la minoría que dirige el sistema económico global. Y después… hacer valer la democracia. El campeonato de unos cuantos por llegar a ser el más rico entre los ricos tiene un precio insoportable para la mayoría.

Desde el grupo de No Más de Un Millón estaríamos encantados de resolver cuantas dudas surjan y de colaborar en la elaboración de este registro informático con cualquier organización que disponga de medios y volutnad para llevarlo a la práctica.

No Más de Un Millón

Lista de entradas en el blog

RECOGIDA DE FIRMAS

Recogida de firmas cerrada el 2/7/2014. Comentario final.

[English versión =>]

Píde a los miembros del nuevo Parlamento Europeo que pongan un tope a la desigualdad y que promuevan el mismo en todo el mundo.

                                 ==> RECOGIDA DE FIRMAS <==

Muchas personas entendemos que la desigualdad económica extrema es un grave y creciente problema para nuestro futuro común. ¿No has pensado nunca que es indispensable compartir con más equidad los recursos limitados del planeta para garantizar un horizonte de progreso, estabilidad social y sostenibilidad?

La desigualdad está alcanzando cotas escandalosas, y sin embargo sigue creciendo aceleradamente ante la pasividad de los gobiernos. Según datos recientes, quienes poseen más de un millón de dólares de patrimonio son sólo el 0,7% de la población mundial, pero acumulan el 41% de la riqueza del planeta. Por contra, la mitad de la población mundial ni tan siquiera reúne el 1% de la riqueza.

Ese reparto extremadamente desigual fomenta la pobreza y promueve que una élite de multimillonarios controle, directa o indirectamente -a través de consejeros y directivos con remuneraciones asombrosas-, las grandes empresas estratégicas y los medios masivos de comunicación, a la par que imponen su agenda, que básicamente consiste en abaratar la mano de obra y facilitar su enriquecimiento personal. Para acabar con la pobreza en el corto plazo y para evitar que nuestra aldea global termine convertida en la dictadura de un puñado de multimillonarios es necesario limitar los patrimonios.

No es necesario limitar los flujos de riqueza -las rentas-, ni tampoco los capitales, por grandes que sean, mientras estén al servicio de los intereses comunes. Hay muchas actividades beneficiosas para la sociedad que requieren un gran volumen de rentas o de capital, como gestionar las pensiones públicas, la sanidad, la educación, acabar con la pobreza o revertir el cambio climático. Tampoco es necesario limitar el capital empresarial, por grande que sea, si se garantiza que está repartido. Pero quienes disponen de riquezas exageradas pueden comprar voluntades políticas, desvirtuando la democracia, y pueden vulnerar la libre competencia, dominando “los mercados” para sus propios intereses. Debemos corregir ese riesgo innecesario poniendo un límite a nuestra propia ambición y también, democrática y pacíficamente, a la de todos.

Por ello creemos que sería una buena idea proponer una limitación legal a la posibilidad de enriquecerse estableciendo la cantidad tope, igual para todos, de 1 millón de dólares. ¿Acaso hace falta tanto para ser feliz? La realidad es que centrar el sistema económico en el afán de lucro sin fin nos impide decidir libremente sobre nuestras verdaderas necesidades.

La carta:

“Sres. Parlamentarios,

El Parlamento Europeo debe velar por el bienestar de todos los ciudadanos de la UE y asumir su responsabilidad ante el escandaloso crecimiento global de la desigualdad.

Yo estoy dispuesto a limitar mi patrimonio hasta un millón de dólares para construir un mundo mejor, por lo que me considero autorizado para pedirles que promuevan una consulta que pueda generalizar esta opción dentro de la UE y que la impulsen también a escala mundial.

La limitación de la riqueza es una cuestión de justicia social. Nadie debe pretender enriquecerse hasta el infinito mientras la mayoría de la humanidad sufre penurias. Además, la acumulación excesiva de poder económico vulnera la libre competencia y la democracia.

Atentamente,”

         ==> RECOGIDA DE FIRMAS <==


Más información:

http://nomasdeunmillon.org
https://twitter.com/nomasdeunmillon


Si quieres que los demás sepan que  apoyas esta propuesta puedes registrarte en la siguiente página de acceso público. De esta forma podremos conocernos y apoyarnos entre nosotros y de paso dejaremos claro a los políticos y gobernantes que no nos resignamos a un sistema económico de ambiciones económicas infinitas.

Concentración de la riqueza y exceso de poder político

En esta entrada hemos colocado algunos enlaces a vídeos, artículos, etc. que muestran cómo la concentración de la riqueza en pocas manos desvirtúa la democracia. La minorías enriquecidas en cada país adquieren un exceso de poder político que condiciona la elección de los medios y de los objetivos económicos, un poder político con el que controlan la propia posibilidad de redistribuir la riqueza que han extraído de la sociedad.

Endeudamiento de los partidos, “puertas giratorias”, capacidad para corromper, propaganda bien financiada, propiedad de grandes medios de comunicación, promoción académica de sus posiciones, laboratorios de pensamiento neoconservador, escuelas de negocios, participación desproporconada en instituciones públicas, la posibilidad de presionar a los diferentes estados desde los mercados de capitales (tratándolos como a simples proveedores),… son métodos habituales para condicionar la normativa que cotidianamente se aprueba en los parlamentos de todo el mundo.

Viñeta tomada de este artículo que explica su origen: Hay crisis más preocupantes que la económica http://www.attacmadrid.org/?p=5750

Global

Los porqués del hambre – (Artículo) – Partiendo de la hambruna de 2011 Esther Vivas desvela toda una estructura de imposición política. “El problema no es de producción sino de acceso”.

El precio de la desigualdad según Joseph Stiglitz: ineficacia y democracia en peligro(Artículo)

Estudio empírico revela la red capitalista que domina al mundo y la inestabilidad objetiva que esta concentración implica. (Artículo)

La estructura del poder económico y financiero global – (Artículo) –  “La importancia del estudio es que aplica métodos matemáticos incontrovertibles (la topología) y la información pública respecto al accionariado, para reconstruir las relaciones subyacentes de propiedad de las empresas multinacionales (las que controlan la mayor parte de la economía global)”

La próxima crisis financiera internacional(Artículo) – Este artículo analiza la extensión de la crisis financiera a nivel mundial, como consecuencia del enorme dominio que el capital financiero tiene sobre las instituciones públicas, tanto internacionales como nacionales.

¿Cómo gana dinero Goldman Sachs?(Artículo)

Cómo Goldman Sachs creó una crisis alimentaria internacional(Artículo)

– ¿Alguien se acuerda de Alessio Rastani? “Goldman Sachs dirige el mundo” – (Vídeo – 3 minutos).

El mundo según Monsanto  y  Nuestro veneno cotidiano – (Documentales) –  O cómo los intereses de las multinacionales de la alimentación se cruzan con los de la ciudadanía y tienen más peso en las decisiones políticas. Más documentales y artículos sobre este tema aquí:Capitalismo alimentario.

Partidos

La burbuja que los partidos silencian: el escándalo de sus deudas(Artículo) – España

«La dependencia de los partidos de la banca limita el margen de la acción política” – Entrevista a Manuel Maroto, experto en financiación de los partidos políticos – (España)

Hegemonía cultural

Inside Job – (Documental) – EEUU.

Universidad S.A. – (Documental) – Empresarios españoles al mando de la universidad pública a través del denominado Consejo Social.

“El neoliberalismo tomó por asalto a las universidades”: Noam Chomsky

FEDEA. La voz de la banca y de la gran patronal – (Artículo) – España

Fraude en el pensamiento económico dominante(Artículo)

Quién manda en los medios de comunicación en España – (Artículo)

Los dueños de la información   – (Artículo) – España

Relaciones entre oligarquías y políticos

La oligarquía y la elite del poder económico en España – (Artículo)

Diez pistas para saber quién manda  – (Artículo) – Web recomendada: Quién MandaEspaña

El gran desfalco que amparan los gobiernos – (Artículo) – “130.000 políticos y empresarios de 170 países esconden entre 18 y 24 billones de euros en paraísos fiscales y la mayoría de las portadas de los medios de todo el mundo lo están obviando. ¿Cómo es que esta información no está copando las aperturas de los informativos de todo el mundo?”

1929 El gran crack – (Documental) – Se muestra cómo los ricos influían en la toma de decisiones políticas que llevaron a la depresión de los años 30, una crisis muy parecida a la que se inició en 2008.

Capitalismo y Corrupción: Una historia de amor – (Documental, comentado por Javier Arias en el blog Alterglobalización)

Corrupción y “puertas giratorias” – (Artículo)

– Burgos, enero de 2014: los vecinos del barrio de Gamonal consiguen paralizar una obra que deja en evidencia un ejemplo perfecto de control político y mediático por parte de élites caciquiles. Dos artículos: –Qué está pasando en Burgos y –Gamonal y la reinserción de Méndez Pozo

¿Cuánto tiempo más toleraremos la situación que refleja la viñeta del siglo XIX colocada al inicio?

 

Lista de entradas en el blog

La concentración de la riqueza en el origen de la pobreza

Frantisek Kupka - Dinero

Frantisek Kupka – Dinero

A menudo se debate si hemos de luchar contra la desigualdad o sólo contra la pobreza. Los privilegiados de la sociedad abogan por desterrar el debate sobre la desigualdad para quedarnos en una insuficiente caridad. Sin embargo la realidad sugiere que más bien hay que avanzar hacia el otro sentido del dilema: no sólo observando la desigualdad en los ingresos sino también la desigualdad patrimonial. Por varias razones. En primer lugar, los datos históricos muestran que los grandes patrimonios tienden a aumentar la brecha de la desigualdad (en ausencia de cataclismos) al crecer las rentas del capital por encima de la economía de los países, (tal y como muestra Thomas Piketty en su reciente y muy documentado estudio El capital en el siglo XXI). Pero además, la concentración de la riqueza en pocas manos mantiene un “ascendente” sobre la política que desvirtúa la democracia. De ese modo la desigualdad patrimonial perpetúa la injusticia económica.

Propongo al lector que realice un sondeo informal entre sus conocidos. La pregunta sería la siguiente: ¿crees que las grandes fortunas tienen capacidad para influir sobre las decisiones políticas? Con más o menos matices, cualquier persona mínimamente informada admitirá esa influencia. La concentración de la riqueza en pocas manos pone en ellas mucho poder para influir de diversas maneras sobre el modo de redistribuir esa misma riqueza. La normativa que se va aprobando en los parlamentos de todo el mundo se ve habitualmente condicionada por quienes detentan el poder económico. Los mismos parlamentos se configuran en función de ese poder para financiar las carreras políticas o para determinar la capacidad económica (y propagandística) de los partidos. Y en el entorno competitivo en el que se han formado esos grandes capitales su influencia sobre la política sólo puede ir en un sentido: buscar facilidades para acrecentarse y prevalecer, (su objetivo fundacional). Los gobiernos se convierten así en proveedores de leyes y medidas favorables a esos capitales, siempre proclives a huir, poniendo a los ciudadanos en la situación de súbditos de esos nuevos soberanos. Y esto ocurre por la propia lógica del sistema, sin necesidad de pensar en avarientos malvados al mando.

Por tanto, si el poder económico de los que más tienen puede influir cotidianamente en la política, si puede influir en la toma de decisiones económicas como el grado de progresividad fiscal, o la cuantía y el sentido de las inversiones públicas, o la dimensión de las administraciones, (sanidad, educación, justicia, seguridad, dependencia), o el porcentaje de las transferencias sociales, (paro, pensiones, subsidios); si el interés en preservar de riesgos la riqueza acumulada en los bancos puede influir en que a familias enteras se las pueda dejar en la calle e impedir siquiera que un gobierno autonómico convierta el desahucio en alquiler social; si la riqueza puede influir en que no nos compense consumir nuestra propia energía solar -¿a quién más han preguntado para aprobar el decreto sobre energía en España aparte de a los dueños del oligopolio energético? ¿A quién preguntan algo sobre cualquier tema concreto?-; si la riqueza global que compite en los mercados puede determinar la regulación de nuestro mercado laboral; si puede influir en la aprobación de deducciones fiscales para las grandes empresas hasta dejar su tributación en porcentajes irrisorios; si la riqueza puede influir para que no se persiga el fraude fiscal; si la riqueza puede evadirse a paraísos fiscales para no devolver nada a la sociedad y consigue que los gobiernos no decidan evitarlo sino que, al revés, pujen a la baja en sus impuestos… en definitiva, si quienes más riqueza acumulan tienen tanto poder para influir sobre la redistribución de esa misma riqueza extraída de la sociedad…

…entonces la concentración de la riqueza es causa de la pobreza y de la exclusión social y es causa de la desigualdad que provoca daños sociales.

Y también es causa de la devastación ambiental que socava el futuro de todos: una insuficiente redistribución y la amenaza de exclusión social fuerzan a la población a apoyar cualquier clase de producción, aunque añada insostenibilidad, con tal de que genere algún salvífico empleo.

¿Podríamos evitarlo?

En el caso de los gobernantes, estos suelen ver limitada su permanencia en el poder allí donde hay elecciones o al menos tienen que revalidar nuestra aprobación. Pero esto no ocurre con esos otros individuos que adquieren un poder político desproporcionado por medio de su riqueza. Sería absurdo elegir a esos afortunados mediante votaciones y revocaciones del “cargo” de rico, pero eso no quiere decir que debamos permanecer resignados a esta situación y que no haya formas de evitarla. Hay que tener en cuenta que el problema sustancial no está en los propios enriquecidos tanto como en el sistema económico, en la normativa que tolera, favorece y premia la concentración de la riqueza. Independientemente de cómo sea cada afortunado, su capital siempre está en liza por la hegemonía: ninguno dejará para sus rivales la posibilidad de utilizar todos los resortes políticos y de presión comercial a los estados que estén en su mano para acrecentarse y sobreponerse a la competencia.

Por eso lo necesario (no es sacar guillotinas) es cambiar el sistema que determina este funcionamiento. Aunque no podamos limitar en el tiempo “el mandato” de privilegiado, si podemos limitar el poder económico que pueda detentar una sola persona. Y la primera y más obvia medida para ello es evitar precisamente la condición de posibilidad de esa concentración de la riqueza que por sí misma se vuelve rentista, chantajista, inhumana y desequilibradora, que no tiene razón de ser (si pensamos en el futuro común), es decir, limitar la posibilidad de la riqueza a una cantidad más que satisfactoria pero menos que políticamente poderosa, elegir un tope para la riqueza individual aceptable. De ese modo nadie adquiriría un poder tan desmesurado que pudiera poner a la ciudadanía al servicio de su mayor “gloria” económica particular, y el poder político del funcionamiento económico estaría mucho más distribuido. Necesitamos llevar la democracia a la economía.

Superado cierto grado de desigualdad, la riqueza se vuelve políticamente determinante. Eliminando ese exceso de desigualdad podríamos recuperar el control democrático de la economía para elegir entre todos sus modos de producción y los objetivos de su funcionamiento, que no se eligen técnicamente sino políticamente. Con ello sería posible dar prioridad a una suficiencia económica compartida y a la sostenibilidad ecológica (por ejemplo imponiendo la reinversión de beneficios en la adaptación a alguna forma de economía circular) sobre otros criterios como la maximización de la rentabilidad y del crecimiento económico medio. Una cosa es que tengamos mercado, rentabilidad y enriquecimiento individual, y otra que estos deban maximizarse pasando por encima de los derechos sociales y del futuro ambiental. Eliminando la posibilidad misma de este exceso el modelo de mercado perdería gran parte de su vertiente destructiva, sería factible una redistribución más equitativa, que como mínimo evitara el chantaje social de la pobreza, y serían posibles políticas más exigentes con el cuidado del medio ambiente.

Entonces ¿por qué se tolera esta abusiva concentración de la riqueza? En el grupo Autolimitación del patrimonio personal creemos que una de las cosas que la legitiman socialmente es la posibilidad de hacerse millonario y la esperanza de lograrlo que cada cual alberga. Sin esa posibilidad (por pequeña que sea), sin ese “sueño”, la sociedad no tendría motivo para aceptar esa desigualdad patrimonial rentista y contraria a la democracia. La renuncia voluntaria a ese señuelo puede funcionar como un compromiso personal con una menor desigualdad y como una forma de denuncia de la misma. A la vez serviría para poner en el horizonte de la sociedad el mencionado objetivo de una limitación efectiva de la riqueza individual.

Aunque las ambiciones económicas sean buenas sirvientes, son malas amas.

E. F. Schumacher

   ==RECOGIDA DE FIRMAS <==

El peso de la desigualdadJavier Ibarra
nomasdeunmillon.org

Lista de entradas en el blog

.

Viaje al interior de las pirámides o por qué China domina la economía mundial

por Luis Molina

Desde la caída del muro y la incorporación de China al capitalismo la pirámide de la desigualdadesnorma en todas las regiones del mundo. Ya todos tenemos el mismo modelo, una minoría en la cúspide de la pirámide de la desigualdad acapara una enorme porción de la riqueza mientras la gran mayoría por debajo debe conformarse con muy poco. Esta es la pirámide de 2013 que presenta Credit Suisse Research Institute, una de las escasas fuentes de datos estadísticos referidos a la riqueza y su reparto entre la población.

Con los datos de esta pirámide hemos construido este otro gráfico en el que se aprecia mejor esa desproporción entre posesión de riqueza y población.

El peso de la desigualdad2-En la pirámide global, el 1% más rico acapara el 46,4% de la riqueza del mundo. Si se amplía la población hasta el 10% de los de arriba sus posesiones alcanzan el 85,9% de la riqueza total.

Cuando comparamos por la base no es necesaria tanta precisión porque una gran proporción de los pobres del mundo (también en la UE y en España) no es que no tengan nada sino que  tienen una riqueza negativa, esto es, deudas sin patrimonio alguno. Para hacernos una idea de lo mal que están las cosas en la parte baja de la pirámide bastan un par de datos: el 50% de la población mundial se reparte el 0,7% de la riqueza, y el 40% de la población mundial posee apenas el 0,1% de la riqueza.

El estudio de Credit Suisse Research Institute  proporciona información muy valiosa para conocer las disparidades por países y por regiones. Con esos datos -en concreto los cuadros 2-4 y 6-5 del Global Wealth Databook 2013- hemos elaborado los gráficos que siguen. Es de notar que  los datos de China y La India, por su importante peso sobre la población mundial, figuran separados de los de Asia. Al valorar los resultados conviene también recordar que Asia-Pacífico incluye países muy pobres junto a Japón, y que los datos de Europa-región no se refieren sólo a la UE.
China1Como vemos, Norteamérica se lleva casi un tercio de la riqueza mundial (el 32,8%) siendo sólo el 5,1% de la población. Por su parte, Europa, el 10,3% de la población mundial, se lleva cerca de otro tercio, el 31,7% de la riqueza. En Asia-Pacífico parece haber mayor equilibrio entre riqueza y población, el 24,1% de la población tiene el 20% de la riqueza, pero esto se debe a que el informe incluye junto a Japón países pobres con poblaciones numerosas. África, y todavía más la India, son las regiones en las que hay una mayor desproporción entre el peso que tiene su población en el mundo y la riqueza que le corresponde sobre la total.

Si se considera sólo la mitad de la población que más tiene en cada región, el gráfico resultante es muy parecido al del total, lo que no es sorprendente teniendo en cuenta que esta mitad de los habitantes del planeta suman el 98% de la riqueza mundial.
China2Y si se calcula lo que tienen per cápita los de esta mitad de arriba de las pirámides respectivas el resultado compone el siguiente gráfico.
China3Muy diferente es lo que ocurre con la otra mitad de la población, el 50% que menos tiene de cada región. Es poca la riqueza que se reparten, el 2% restante, pero no hay que olvidar que es mucha gente, tanta como la otra mitad que más tiene. Y teniendo en cuenta que son los más necesitados, no es banal interesarse por sus recursos patrimoniales.
China4Aquí nos llevamos unas cuantas sorpresas. Por ejemplo, que si se toma la riqueza que posee el 50% que menos tiene de cada región y se suma toda esa riqueza, en conjunto asciende al 2% de la riqueza mundial. Pero la riqueza de la mitad que menos tiene considerada la población mundial en su conjunto sólo alcanza al 0,7% de la riqueza mundial. Esta diferencia a la baja se debe a que los últimos son un grupo de personas diferentes al resultante de sumar la riqueza de la mitad que menos tiene por regiones. Y como proporcionalmente hay más gente en países más pobres, la desigualdad total es mayor que por regiones.

Más sorpresas. Entre esa otra media humanidad (el 50% que menos tiene en cada región) es llamativo que China posea el 44% de la riqueza conjunta, mucho más de lo que le correspondería según su población, el 19%. O también que esa mitad de los europeos ni siquiera tengan la riqueza que les correspondería por su población: son el 10% de la población y se reparten el 9% de la riqueza. O que esa mitad de norteamericanos, donde tanto se comenta que su desigualdad es mayor que en el viejo continente, tengan un patrimonio que multiplica por cinco al de los europeos.

El gráfico con la riqueza per cápita de ese 50% de la población mundial que menos tiene en cada región es el siguiente.
China5El 50% menos rico de los norteamericanos son los que tienen un mayor patrimonio per cápita. Es poco teniendo en cuenta su capacidad adquisitiva, algo más de 6.000 euros, pero cinco veces más que el patrimonio per cápita de los europeos en su misma situación. Ese 50% de los europeos menos ricos está en situación similar a su estrato comparable en Latinoamérica y Caribe y muy por debajo del patrimonio per cápita de los chinos, que es dos con cinco veces mayor. Y en este caso el poder adquisitivo de los dólares juega a favor de los chinos.

¿Cómo puede ser que el patrimonio per cápita de 678 millones de chinos (la mitad que menos tienen en su país) sea, en dólares USA, cerca del triple del patrimonio per cápita de los 368 millones de europeos en sus mismas condiciones? Pues es lo que hay.

La próxima vez que hablemos de lo pobres que son los chinos debiéramos acordarnos de ese dato. Para pobres los de África, los de La India y también los europeos, porque 1.200 $USA de patrimonio en Europa no da para gran cosa, y eso es lo que tienen en promedio el 50% de los europeos.

¡No puede ser! dirán algunos, se sabe que los europeos son mucho más ricos que los chinos. Pues mire usted, depende de hacia dónde se viaje en el interior de la pirámide de la desigualdad. Si vamos hacia arriba, no hay color.  Los europeos podemos sacar pecho frente a los chinos. Ya hemos visto que el 50% de arriba es mucho más rico en Europa que en China, y si nos movemos hacia la cúspide podemos estallar de gozo. El siguiente gráfico presenta el patrimonio per cápita del famoso 1% que más tiene en cada región.
China6Los norteamericanos del 1% más rico tienen el orgullo de poseer 7,8 millones de dólares en promedio per cápita. Los europeos de la cúspide del 1% tampoco salen mal parados pues tocan a más de 3 millones de dólares y los “pobres” chinos, aquí sí, apenas superan el medio millón per cápita.

O sea, que los europeos pueden presumir de ricos frente a los chinos si son del 50% de arriba, y podrán presumir más y más cuanto más arriba estén. Pero viajando en la pirámide a la inversa son los chinos los que van tomando ventaja, tanta más cuanto más se descienda. De hecho, descendiendo sólo un escalón del 10% de la mitad de la población, la riqueza per cápita de los chinos no sólo supera la de los europeos sino también la de los norteamericanos. Este es el gráfico de la riqueza per cápita del 40% que menos tiene en cada región.
China7Este gráfico terminará de bajar los humos a los occidentales. Los chinos de este estrato, el 40% de su población,  tienen 2,4 veces más riqueza en dólares que sus homólogos norteamericanos. Los europeos somos los peor parados del mundo, por detrás de África y la India, porque toda esa inmensa población de abajo de nuestra pirámide de la desigualdad no es que no tengan nada sino que tienen un patrimonio negativo. ¡El 40% de la población!

Sí, reconocemos que es mejor vivir en Europa que en China aunque en Europa no se tenga nada o se tengan deudas. Efectivamente, aquí la sanidad y la educación son más accesibles sin patrimonio personal, las rentas son más altas, todavía hay colchones que puedan amortiguar los malos momentos, como la prestaciones por desempleo, pero ¿es todo esto lo que se viene defendiendo en Europa?

Con los recortes en los países del sur de la UE el mensaje es muy claro: que cada uno se pague lo suyo. Ya está bien de mantener el lastre de unos tipos que no llegan más arriba porque son vagos o ineptos. O dicho de otra forma, de seguir ahondando en las políticas neoliberales y arribar a ese estado perfecto que defienden sus portavoces en que el Estado no interviene para compensar las carencias de los que menos tienen, el 50% de los europeos pueden ir preparando las maletas para irse a China porque allí les irá bastante mejor.

Conclusión

Los portavoces de los grandes ricos de occidente, los economistas neoliberales, nos quieren convencer de que debemos aceptar rebajas salariales y recortes en derechos sociales para competir con el despertar del gran dragón. En China, los magnates de todo el mundo ganan más, y por tanto crean mayor riqueza, porque sus trabajadores trabajan mucho más por mucho menos. Por eso, los trabajadores de occidente deben dejar su acomodo, vivir peor y acostumbrarse al nuevo modelo global. El modelo chino es exitoso porque allí se han disparado las desigualdades y ese es el camino que hay que seguir en occidente. Toda esta monserga que nos venden tiene muy poco que ver con la realidad.

China viene de un modelo igualitario que se va convirtiendo en desigual. Occidente viene de un modelo de desigualdad notable que avanza hacia una desigualdad extrema. Y esta evolución indeseable ha llegado hasta el punto de que el 50% de los europeos que menos tiene en occidente es dos veces y media más pobre que sus homólogos chinos ¡en términos absolutos!

El mundo no tiene un problema de pobreza, sino de pésimo reparto de la riqueza, y en occidente el problema es descomunal, mucho mayor que en China. La mitad de la población en Europa no dispone de recurso patrimonial alguno para hacer frente sus necesidades más básicas. Son, por tanto, completamente dependientes, sea de las ayudas del estado o de la solidaridad de otros. Ante esta situación ¿es lógico desmantelar los servicios públicos, privatizar la educación, la sanidad y las pensiones? En el corto plazo a la minoría que concentra la riqueza y promueve esas ideas le puede ir mejor, pero se está creando, se ha creado ya, una situación social explosiva. Quien no tiene nada, ni patrimonio ni recursos públicos, tiene poco que perder.

Un par de preguntas quedan en el aire. De no poner límite al crecimiento de la desigualdad en el mundo ¿estallará la revuelta social antes en China que en occidente? A los chinos les va bien mientras su economía tenga altas tasas de crecimiento, pero habrá que ver lo que ocurre cuando arriben a su primera gran crisis de las mil burbujas. El discurso igualitario en una sociedad de desigualdades crecientes es soportable mientras todos progresan, pero si la mayoría que menos tiene ve empeorar abruptamente su situación…

En occidente la espera dependerá de cuánto tiempo estén los neoliberales al mando del timón y con qué intensidad apliquen sus políticas económicas. Cuanto más aprieten la tuerca antes estallará la revuelta. Lo que está claro es que independientemente de por dónde reviente el sistema el problema tendrá el mismo origen: no haber encontrado una solución al problema de la creciente desigualdad. No puede tensarse la cuerda por siempre y sin fin.

Y la segunda pregunta, ¿no será que el capitalismo, en contra de los que nos vienen contando los neoliberales, funciona mejor cuando la riqueza está más repartida? Que el capital o las rentas deban concentrarse para aprovechar la productividad capitalista puede ser cierto, pero no parece que el capitalismo necesite una estructura crecientemente piramidal de los patrimonios para funcionar mejor. Tal vez el éxito del capitalismo chino se asiente en que allí no tienen, de momento, tanta desigualdad. Parece que, como defienden los keynesianos, más gente con más poder adquisitivo conviene al sistema capitalista. Y es que para vender tiene que haber gente que pueda comprar.

No hay recursos infinitos, por lo que nadie puede empeñarse en acaparar riqueza sin límite. Todavía podemos parar el futuro apocalíptico a que nos conduce la continua escalada de la desigualdad si conseguimos limitar los patrimonios en todo el mundo. Tal vez los chinos lo harán primero por decreto obligados por las circunstancias de su próxima gran crisis. Decisiones más radicales han tomado antes, como limitar el número de hijos para frenar el crecimiento demográfico. O tal vez en occidente lo decidamos de forma democrática y pacífica, pero algo habrá que hacer.

En No Más de Un Millón creemos que la desigualdad es el inmenso problema mundial que debemos resolver, y que para ello sería necesario limitar los patrimonios hasta esa cifra. Si no lo conseguimos, al menos pretendemos que se hable de la creciente desigualdad por si a alguien se le ocurre una solución mejor.

En los enlaces de abajo vamos construyendo nuestro proyecto común, sin más recursos que nuestra colaboración desinteresada. Aunque vayamos despacio, queremos ir lejos.

Si tienes algo que aportar ¡Únete!
No Más de Un Millón

¡Únete!

Estos son algunos de los enlaces alrededor de la propuesta de limitar los patrimonios:

Si te parece que merece la pena intentar limitar los patrimonios ¡ÚNETE!

No Más de Un Millón quiere ser un movimiento consciente por la limitación mundial de los patrimonios, al margen de etiquetas, ideologías o personalismos. Nuestra propuesta es bien sencilla: establecer un límite a nuestro propio patrimonio, sumar con quienes quieran hacer lo mismo y seguir sumando hasta ser suficientes para imponer un límite legal al patrimonio en todo el mundo.

Para transitar hacia el sistema económico mejor que pretendemos no tenemos más fuerza que la suma de los que seamos, pero quién sabe. También por primera vez en la historia tenemos la posibilidad de contactar libremente por la red para tomar decisiones mayoritarias.

Juntar tanta gente puede parecer una tarea de titanes pero sólo exige una reflexión consciente y el esfuerzo de un click. Además, hay factores que pueden amplificar la iniciativa, como la posible adhesión de organizaciones, partidos políticos, redes sociales, blogs, personas famosas o incluso alguno de los grandes ricos. Al fin y al cabo, a nada tendrían que renunciar hasta que consigamos establecer la nueva norma por mayoría. Y todos tenemos un futuro mejor que ganar.

Queremos actuar desde dentro del sistema, no a la contra ni desde fuera, porque el sistema, sus instituciones y su organización, debe ser de todos. No queremos destruir lo que ha costado tantos siglos construir sino que el poder usurpado por las grandes fortunas sea devuelto a la mayoría. Queremos recuperar la democracia.

Por lo que se intuye que puede venir, unir fuerzas entre quienes deseamos un sistema económico menos desigual es un buen punto de partida. Resulta gratificante contactar con gente que tiene una prioridad distinta al enriquecimiento personal. El mundo necesita dar rienda suelta a muchos proyectos, creativos y provechosos ahora reprimidos por un sistema que sólo responde a los intereses de los grandes patrimonios.

Si te convence esta propuesta recuerda que el sistema global no cambiará sin acuerdos mayoritarios y que nadie puede hacer ese trabajo por ti. Pregúntate cuántos han firmado gracias a tu activismo. Si cada uno de ellos sigue la cadena en poco tiempo podemos conseguir limitar los patrimonios, o al menos que se hable de ello en todo el mundo. Debemos encontrar una solución al problema global de la desigualdad. Sea cual sea.

Como final, dejamos este infograma en el que uno de los nuestros ha representado el reparto de la riqueza en 2013. Manteniendo esta imagen en la cabeza se entiende mejor de dónde vienen tantas y tantas desgracias que padecemos día tras día. No hay que darle muchas vueltas para saber qué es lo que anda peor en este mundo.

infografia_peso_desigualdad_riquezaEn No Más de Un Millón estamos abiertos a colaborar con cualquier propuesta que intente corregir el problema global de la desigualdad y sus consecuencias: establecer una renta mínima o una tasa a las transacciones financieras, apoyar una fiscalidad fuertemente progresiva, limitar las rentas, proteger y conservar el medio ambiente, cooperar para el desarrollo, defender los derechos humanos, exigir el desarme y la paz…

Aquí puedes mostrar tu apoyo: http://nomasdeunmillon.org/apoyo-publico/

No aceptamos aportes económicos. Sólo necesitamos mucha difusión y activismo desinteresado de cualquier tipo. Para componer el tinglado informático nos vendría muy bien.

De la serie:
Limitar los patrimonios para corregir la desigualdad

…y nuestra experiencia.

No Más de Un Millón surgió de una propuesta de votación en la Asamblea Virtual del 15-M que tuvo una buena acogida: http://15m.virtualpol.com/votacion/4032 y provocó un encendido debate (http://15m.virtualpol.com/foro/debates/autolimitacion-de-la-riqueza-una-propuesta).

De esa experiencia aprendimos que una minoría se resiste, como gato panza arriba, a limitar los patrimonios porque esconden (o incluso declaran abiertamente) un miedo cerval a despertar la ira de los poderosos. Nosotros pensamos que si el mundo ha llegado hasta aquí, para bien o para mal, es porque  se han establecido normas que se han respetado. Ninguna élite tiene derecho a imponer su propia ley por encima de los demás. Nadie es más que nadie.

Pero además de esas resistencias minoritarias también hemos comprobado bastante pasividad entre la mayoría que votó favorablemente la propuesta. Parece que quienes manejan los hilos han conseguido que veamos al sistema como un ente intocable. Nos quejamos y nos indignamos, pero estamos resignados a que todo siga igual para ir a peor.

Tal vez esperamos que algún mesías cambie el modelo económico por nosotros pero, para salvarnos del colapso del sistema capitalista, no es un milagro lo que necesitamos. Tan sólo ser mayoría para cambiar una regla simple y absurda que provoca su mal funcionamiento: la tolerancia con el enriquecimiento infinito.

Ya hemos experimentado el inmenso sufrimiento que provoca consentir que se derrumben las normas de la civilización. El autoritarismo, las guerras de millones de muertos, el hambre y la miseria están a sólo unas décadas de distancia. Si no acordamos una solución colectiva a la escalada de la desigualdad capitalista ese terrible escenario se repetirá.

O tal vez seamos unos paranoicos aguafiestas y simplemente tengamos que reconocer que limitar los patrimonios sea una mala idea. No hay problema, lo asumiremos. Si No Más de Un Millón acaba en la aventura fallida de cuatro gatos seguiremos apoyando cuantas iniciativas intenten poner remedio al crecimiento de la desigualdad, por parciales o locales que sean. Ningún esfuerzo es inútil en la tradición secular de lucha contra la desigualdad.

De la serie:
Limitar los patrimonios para corregir la desigualdad

… nuestro método

Desde No Más de Un Millón queremos limitar los patrimonios de forma pacífica, civilizada y democrática. Y esto sólo es posible imponiéndonos un límite a nosotros mismos, un millón de dólares por ejemplo. Sólo cuando lo hagamos estaremos legitimados para pedir a los partidos políticos, a las instituciones y a todos los demás que hagan lo mismo.

Es improbable que los partidos políticos mayoritarios tomen la iniciativa de limitar la riqueza. No sólo porque están dominados por la cúpula del poder económico sino también porque muchos de sus integrantes tienen grandes fortunas. Pero podemos exigirles que expresen públicamente hasta dónde estarían dispuestos a renunciar. Declarar un límite a nuestra propia ambición es la condición para solucionar el problema de la desigualdad. Lo demás son palabras vacías.

También queremos animar a las nuevas alternativas electorales que buscan el voto de los desencantados a que hagan suyo el compromiso de autolimitarse el patrimonio. El movimiento se demuestra andando. Y sin un compromiso real que garantice revertir la escalada de la desigualdad los cambios de gobierno, sean nuevos o sean los de siempre, serán pura cosmética. Se llamen de izquierdas o de derechas y vengan de donde vengan, nada cambiará.

La transición hacia un nuevo sistema no debe excluir a nadie a priori, sean ricos o pobres, derechas o izquierdas, cristianos o musulmanes, rusos o chinos.  Y tampoco puede reducirse a una zona concreta del mundo. La desigualdad se ha disparado allá donde se aplica el neoliberalismo, pero  el problema es global. Por eso proponemos No Más de Un Millón en todo el mundo. Nuestros deseos pueden ser infinitos pero los recursos del planeta no lo son.

En No Más de Un Millón pensamos que por algún sitio hay que empezar, y qué mejor que Europa, donde crece la pobreza y la desesperación, para intentar encontrar una solución democrática a la desigualdad. Para evitar la espiral de violencia que ya se intuye queremos que los nuevos parlamentarios que salgan de las urnas promuevan la limitación de los patrimonios en la Unión Europea y que extiendan esa iniciativa al resto del mundo. Este es el enlace para recogida de firmas:
http://www.change.org/es/peticiones/miembros-del-nuevo-parlamento-europeo-promuevan-una-consulta-para-limitar-los-patrimonios-personales-hasta-un-mill%C3%B3n-de-d%C3%B3lares

URL abreviada:

…nuestro fundamento social

Es mejor revertir la desigualdad conscientemente, en paz, en democracia y sin excluir a nadie que esperar a que lo hagan unos gobernantes autoritarios a la desesperada tras el previsible colapso del sistema. Si eso ocurre lo pagaremos caro, y los más débiles primero.

Imponer democráticamente un límite a la acumulación de patrimonio no es una represión de la que nadie se pueda quejar. Es un paso de gigante hacia el fin de la explotación económica y la plena libertad de todos.

Debemos encontrar la forma de corregir este sistema global de dominación, absurdo, cruel e inaceptable, un modelo propio de machos luchando por la supremacía del poder, por acaparar más que nadie hasta la eternidad. Que seamos primates, no significa que debamos comportarnos como una colonia de mandriles, con perdón para estos.

La liberación de las mujeres, de los niños, de los más débiles y vulnerables, de todos, es incompatible con el gran campeonato mundial de acumulación infinita de riquezas.

De la serie:
Limitar los patrimonios para corregir la desigualdad

…nuestro fundamento económico

La caída del muro de Berlín confirmó el fracaso de las economías planificadas en las que una élite decidía por los demás. Ese acontecimiento, junto con el rotundo éxito económico de China tras incorporarse al neoliberalismo (a costa de una destrucción medioambiental atroz, hay que recalcarlo), han convertido el capitalismo en el único sistema. Sin contrapesos que intenten extraer su rostro humano, habiendo abandonado el objetivo del Estado del Bienestar, el capitalismo global se ha entregado a la peor de sus variantes, un fanático neoliberalismo que intenta soslayar la desigualdad como si no existiera.

El mundo no tiene un problema de escasez sino de reparto. Es improbable que la redistribución de la riqueza venga desde arriba porque el poder está en manos de quienes quieren seguir compitiendo por atesorar hasta el infinito. Tal vez el Partido Comunista de China se vea obligado a limitar los patrimonios para superar una emergencia de crisis (decisiones más radicales han tomado, con el número de hijos, por ejemplo), o algún país de Iberoamérica, cansado de siglos de lucha contra la desigualdad, consiga que un partido tome esa iniciativa desde la política. Pero, salvo sorpresas, nos toca a los de abajo y de propia iniciativa devolver la cordura al sistema. No podemos contar con que lo vaya a hacer una cúpula del poder ciegamente obsesionada por su ambición individualista.

La propensión del capitalismo hacia una desigualdad creciente es evidente, como es incuestionable la necesidad de reconducir esa inclinación perjudicial hacia la razón. Si no ponemos coto a la desigualdad, si se deja en estado salvaje como predica la ideología neoliberal,  el sistema capitalista irá de crisis en crisis hasta el colapso final. Y esta vez, cuando llegue la gran crisis de China, es previsible que las consecuencias sean catastróficas.

No es cierto que el capitalismo funcione mejor con una gran desigualdad patrimonial. Al contrario, la historia ha demostrado que la socialdemocracia, los impuestos progresivos, el acceso de todos a una educación y sanidad de calidad, la lucha, en suma, contra la desigualdad es positiva, conduce a sociedades más estables y menos expuestas a las crisis.

Sin desigualdades extremas el capitalismo puede ser viable. Con ellas no lo será.

De la serie:
Limitar los patrimonios para corregir la desigualdad

… nuestra propuesta

En No Más de Un Millón creemos que la creciente desigualdad es un inmenso problema que debemos solucionar antes de que el sistema económico se derrumbe.

No es cierto que todos deseemos ser ricos hasta el infinito. Y si fuese cierto no hay sistema que pueda asumir esa pretensión en el largo plazo. Lo que sí queremos todos es ser felices. Y para ello necesitamos dejar las penurias materiales atrás, algo que gracias a la productividad capitalista y con el actual desarrollo de la técnica nos podemos permitir. Tenemos un sólido punto de unión para cambiar el sistema.

El objetivo del sistema debe ser la felicidad colectiva, no la acumulación material de unos cuantos. Si el sistema económico fomenta que cualquiera pueda enriquecerse sin límite la felicidad colectiva será imposible.

Pretender acumular riqueza hasta el infinito no está en la carta de los derechos humanos, no es una libertad que se deba respetar, no es una regla compatible con la organización de un sistema económico coherente ni tiene lógica social, así que proponemos una limitación general de los patrimonios hasta un millón de dólares en todo el mundo.

De la serie:
Limitar los patrimonios para corregir la desigualdad

Nuestro resumen

A pesar del ruido mediático de la peste neoliberal que asola Europa, no hay fundamento ético, lógico ni económico para defender que la creciente desigualdad de la riqueza sea conveniente o necesaria. En primer lugar, porque un sistema de recursos limitados no puede sostener una escalada infinita de acumulación individual. Llevar una teoría absurda a la práctica es irracional, y resulta muy peligroso en economía.

En segundo lugar, un sistema que premia con la acumulación ilimitada de bienes materiales potencia la concentración del poder económico en manos de una minoría que terminará por someter a los demás. A quien le parezca bien que una élite guíe al rebaño debe saber que en ese sistema no estará funcionando la igualdad de oportunidades. Los de la cúspide no serán los mejores en nada que destacar. Si acaso en tener una ambición desmedida.

En tercer lugar, siendo escandalosa la pirámide de la desigualdad de la riqueza lo es mucho más en términos de poder. A través de una tupida malla de intereses y estrategias la cúspide de la pirámide ha multiplicado su dominio hasta adquirir un poder omnímodo y despótico. Todo está al servicio de la escalada de la desigualdad. La comunidad, la solidaridad, los derechos humanos, la libre información y la democracia valen un pimiento frente a la absurda tarea del enriquecimiento infinito de unos pocos.

Y en cuarto lugar, la desigualdad patrimonial no es necesaria para que el sistema capitalista vaya a mejor o podamos progresar. Para poner la productividad capitalista a funcionar puede ser necesaria la concentración del capital, de los flujos financieros o de las rentas, pero la concentración creciente de la riqueza, además de innecesaria, es un obstáculo para un desarrollo equilibrado y sensato del capitalismo o de cualquier otro sistema.

De la serie:
Limitar los patrimonios para corregir la desigualdad

El poder de los grandes patrimonios no es sólo económico

Siendo tan evidentes los problemas que provoca la disparidad patrimonial, y teniendo democracia en muchos países de occidente, resulta difícil entender cómo un reparto tan desigual ha llegado tan lejos y sigue yendo a más. La razón es que el poder de los patrimonios tiene más tentáculos que los dedicados al dominio de los mercados.

En el terreno político, y por las insólitas decisiones que se vienen tomando en esta larga crisis, no hace falta decir que los gobernantes están sometidos al poder económico.  Aquí, en Alemania, en EEUU y probablemente ahora también hasta en China. Las puertas giratorias, los lobbies de los grandes trust, la falta de transparencia, los paraísos fiscales, la  corrupción, los empresarios tras la política y los políticos tras las empresas, hay muchos instrumentos impulsando la concentración del poder económico y la escalada de la desigualdad desde la política.

En el plano ideológico las grandes fortunas también multiplican su poder controlando la prensa, la televisión y los medios en general. Su gran interés por financiar la opinión pública, a la vista de los siguientes enlaces, no parece casualidad.

Será difícil encontrar información libre e independiente entre esa urdimbre de intereses. En cambio, es fácil asistir al deprimente espectáculo de manipulación que nos regalan diariamente los medios esponsorizados por las grandes fortunas. Dos son sus principales herramientas, el discurso del miedo (tan socorrido para someternos a un poder piramidal pero tan peligroso cuando como contrapeso emerge la xenofobia o el fascismo) y la guerra de todos contra todos (alemanes contra griegos, europeos contra chinos, cristianos contra musulmanes, norte contra sur…). Así nos tienen distraídos para que sigamos asumiendo lo inasumible, que la mitad del planeta las pasa canutas para que un puñado de inmensamente ricos imponga su agenda, siga imprudentemente acumulando sin fin y acabe con el ecosistema y el futuro de todos.

Y por si no bastara con el control económico, político y mediático la cúspide económica quiere dominar también la ideología académica. Financiando escuelas de negocios y think tanks “independientes” han conseguido que tengamos pensamiento económico neoliberal hasta en la sopa.

El individualismo a ultranza, las bondades de luchar en la base para ascender a la cúspide de la pirámide, la igualdad de oportunidades como apriorística verdad, el autoritarismo para defender las élites de la chusma, la maldad de los posibles contrapesos a la concentración del poder económico, como el estado o los sindicatos, la necesidad de privatizar la educación, la sanidad y las pensiones o que nuestros hijos aprendan a competir en vez de compartir. Todo ese conjunto de políticas frecuentemente puritanas y siempre conformistas que defienden que el sistema de la ambición infinita y el sálvese quien pueda funciona bien, y que lo que debemos hacer es adaptarnos a él aunque nos cueste sangre, sudor y lágrimas. Debemos luchar unos contra otros porque es inevitable, porque ganarán los mejores y eso será mejor para todos. De todas estas patrañas intentan convencernos los economistas “modernos”.

Los economistas neoliberales son grandes discutidores de cualquier asunto económico, les encanta manejar argumentos tecnocráticos y defender la “libertad”, pero evitan por todos los medios un tema tabú: cómo revertir la escalada de la desigualdad. Para ellos la desigualdad no es un problema. Claro, no puede serlo si quien te paga y patrocina son las grandes empresas controladas por la cúspide del poder piramidal. Y también rehúyen explicar cómo un modelo econométrico de recursos limitados puede sostener en el tiempo una escalada infinita de acumulación de la riqueza. Más vale no meterse a justificar algo matemáticamente imposible.

De la serie:
Limitar los patrimonios para corregir la desigualdad

…y una indecente opacidad.

La concentración de poder económico indeseable proviene, en última instancia, de los patrimonios, no de las rentas o el capital. Por eso es tan importante exigir transparencia sobre la distribución de los patrimonios, el auténtico poder económico, el de siempre. Cualquiera tiene derecho a pasearse en un yate de lujo, pero los demás debemos tenerlo a saber de dónde salió el dinero para esa compra. Ocultar las posesiones apelando al derecho a la intimidad es inadmisible.

No saber lo que esconden los paraísos fiscales es jugar con fuego. Los negocios más infames y las injusticias más aberrantes germinan y prosperan bajo el secreto bancario.

Mientras siga siendo un secreto el origen y el destino de la riqueza que acumulan los grandes ricos que dominan la economía global el sistema continuará como un pollo descabezado hacia el precipicio.

De la serie:
Limitar los patrimonios para corregir la desigualdad

La desigualdad promueve una concentración de poder antidemocrática

El problema del capitalismo actual es que las sociedades anónimas, si es que lo fueron alguna vez, han sido fagocitadas por los grandes patrimonios. Hasta tal punto que un estudio para el caso de España calculaba que el 0,0035%  de la población española controla, a través de una tupida red de consejeros e intereses, el  80,5% del PIB español:

La oligarquía y la elite del poder económico en España

Es decir, que la pirámide del poder económico real es todavía muchísimo más extrema que la pirámide de la desigualdad. En España, como en casi todo el mundo, la libre competencia no es más que un eslogan vacío.

Observando ese efecto multiplicador del poder de las grandes fortunas se entiende mejor por qué la brecha entre las remuneraciones de los asalariados y las de los consejeros y ejecutivos de las grandes empresas, con todo lo enorme que es, sigue creciendo. Evidentemente, los directivos no sirven a los intereses de la gente o del mercado, sino de las empresas, y los intereses de las empresas, como vemos, están dedicados intensamente al servicio de los grandes patrimonios.

Como la mano de obra se puede encontrar barata en los países pobres, a las grandes fortunas les es fácil presionar para acumular más pagando bajos salarios a mucha gente. Y por otro lado, pueden pagar muy bien a un puñado de colaboradores necesarios siempre que cumplan su cometido de seguir multiplicando su riqueza particular.

Muchos nos preguntamos si es lógico que quienes provocaron la última crisis cobraran tanto y sigan cobrando cada día más. Tal vez estén sirviendo bien a quien les paga, pero el maestro que enseña en una escuela pública o el becario que investiga sobre el cáncer tienen bastante mayor responsabilidad que aquellos, al menos de la responsabilidad que interesa a la mayoría.

Cuando alguien cobra un sueldo astronómico es importante saber por qué. No será raro descubrir que los intereses de quien le paga son contrarios a los de la sociedad.

De la serie:
Limitar los patrimonios para corregir la desigualdad

…ni práctico.

Cuando ven agotados los argumentos éticos, lógicos o filosóficos para defender la creciente desigualdad los neoliberales suelen ondear su argumento pragmático. “Es un mal menor que evita que se derrumbe el sistema capitalista y nos lleve a todos por delante”, “es gracias a la desigualdad capitalista que los pueblos salen de la pobreza y siguen progresando”, dicen. Pero estos argumentos tampoco cuadran demasiado. Por un lado porque si el motor de la economía es la ambición infinita de una minoría la evolución del sistema no augura nada bueno. Acabará en una guerra entre los más poderosos que arrasará con todo y con todos, estemos o no en esa demencial competición primordial. Por otro lado, el argumento tampoco concuerda con lo que se enseña (o se debiera enseñar) en las escuelas de economía, que una concentración excesiva de poder económico es nociva y peligrosa para el libre mercado. Y por último, es un argumento falso. La desigualdad en la distribución de la riqueza no es necesaria para poner el capitalismo a funcionar. Lo es la libre iniciativa, el trabajo asalariado, el marco regulatorio o la acumulación de capital pero no la acumulación desigual de patrimonio.

No hay nada que justifique que la acumulación de patrimonio sea necesaria o positiva para el funcionamiento del sistema económico capitalista. Otra cosa es el capital, que debe concentrarse para aprovechar las economías de escala y empujar la productividad, o tal vez las rentas o los flujos financieros para sostener esa concentración del capital, pero la economía capitalista no necesita la concentración de los patrimonios individuales para funcionar mejor. Todo lo contrario.

Una cadena de montaje puede necesitar mucho capital pero, por grande que sea, para nada necesita que la propiedad de ese capital esté concentrada en pocas manos o que ese capital esté controlado por pocas personas. Al revés, demasiado poder individual sobre el capital de las grandes empresas conduce a indeseables situaciones de dominio de los mercados.

Según la teoría económica es preferible que el propietario de una gran empresa sea una sociedad anónima que un individuo, no porque sean mejores los negocios de incógnito sino porque estando el capital más repartido las decisiones suelen ser mejores para la sociedad, menos individualistas, menos contrarias a la competencia (aunque veremos después que en realidad las grandes sociedades anónimas tienen hoy nombres y apellidos).

Los neoliberales niegan que haya que limitar la riqueza individual porque confunden, a menudo intencionadamente, la acumulación necesaria para que el sistema capitalista sea productivo.

De la serie:
Limitar los patrimonios para corregir la desigualdad

Tampoco hay argumento económico

La tecnología y la productividad capitalista han hecho posible que toda la población de los países desarrollados pueda ser rica ya hoy. En el horizonte de un par de décadas toda la humanidad podría serlo.

No hay justificación económica para que haya miles de millones de pobres en el mundo. Contando con que la riqueza mundial alcanzaba en 2013 los 240,9 billones de dólares USA (trillion en inglés), el patrimonio per cápita de los 7.151 millones de habitantes del planeta es 34.684 $USA. Una familia de dos adultos y dos niños tendrían un patrimonio apreciable (138.736 $USA) si el reparto de la riqueza fuese igualitario.

Ese mismo hogar de cuatro personas tocaría a 873.012 $USA en Norteamérica. Y en toda Europa, incluida Rusia -bastante más pobre per cápita que la UE- a 414.160 $USA. Es decir, que todas las familias norteamericanas y europeas serían ricas ya hoy si la riqueza estuviese repartida por igual.

Es evidente que el problema en Europa, en Norteamérica y en todo el mundo, no es la pobreza sino el pésimo reparto de la riqueza. Cuando algunos que ya tienen 50.000 millones se empeñan en tener más y más hay que contar con tener cientos o miles de millones de pobres, y cada día más.

De la serie:
Limitar los patrimonios para corregir la desigualdad

…y negar la realidad tampoco es buen argumento.

Un sistema económico razonable no debiera asumir la insatisfacción material permanente de nadie, porque basta que unos pocos estén empeñados en acumular riqueza hasta el infinito para que muchos, muchísimos otros, paguen un pato demasiado caro, como estamos viendo. Los de la cúspide, quienes sean, no deben acumular crecientemente y sin límite. No es ético ni lógico. Salvo que queramos acabar de una vez por todas con nuestra especie y las demás.

En las discusiones que vamos teniendo hemos encontrado un importante sector que se niega a debatir sobre la desigualdad. Les importa la igualdad de oportunidades o la libre competencia, pero no la desigualdad. La desigualdad no es un problema, dicen, una forma rápida de acabar la discusión para seguir instalado en el conformismo, en la resignación o en la misantropía. Pero la desigualdad económica, y sobre todo la evolución que ha tomado en las últimas décadas, es un terrible, inmenso problema, probablemente el mayor que haya debido acometer nunca la humanidad. No es conveniente negarlo.

Algunos que eluden la cuestión filosofan que el problema no es la desigualdad sino la pobreza. Según ellos, debiéramos olvidar la desigualdad, que en nada perjudica a la sociedad, y ocuparnos sólo de la pobreza. Un argumento inverosímil porque se podría argumentar con razón que la pobreza no existe. La pobreza es la carencia de riqueza. Si todos fuésemos igual de pobres nadie lo sería, porque siempre se es pobre en relación a otros. En economía la pobreza absoluta sería la nada, y ningún economista sensato propondría administrar la nada.

Es la riqueza, de la comunidad, de las naciones o del planeta, lo que hay que saber administrar, porque no tenemos un problema de pobreza sino de mal reparto de la riqueza.

De la serie:
Limitar los patrimonios para corregir la desigualdad

El argumento elitista no cuela

Para justificar la escandalosa desigualdad económica que impera en el mundo se puede pensar que debemos dejarnos gobernar por una élite que gracias a la igualdad de oportunidades ha llegado a lo más alto, y que esa élite magnífica defenderá los intereses económicos de todos y no los suyos propios. Esto es un sueño, o más bien una pesadilla de la que debiéramos despertar. Quienes están en la cúspide de la pirámide de la riqueza no son los mejores ni defienden lo de todos. Defienden sus intereses particulares, tienen cada día más poder y suelen tener algo en común, son ambiciosos. Algunos de ellos extremadamente ambiciosos.

Viendo la disparatada desproporción de la pirámide de la riqueza, quienes siguen acumulando teniendo ya una inmensa fortuna más que sentirse los elegidos debieran plantearse si no tienen un problema psiquiátrico. Y quienes defienden esa pirámide considerar también si están en sus cabales.

La insatisfacción material permanente es un trastorno individual que si es fomentado por el sistema económico derivará invariablemente en un grave problema ecológico y social, porque la riqueza y los recursos colectivos son limitados. Y no estamos hablando de ninguna loable ambición infinita, por leer, por escribir, por saber o por amar, sino de pretender acumular riquezas materiales sin límite. Esto es absurdo, peligroso e inaceptable. No nos cansaremos de insistir.

De la serie:
Limitar los patrimonios para corregir la desigualdad

La igualdad de oportunidades exige recursos

La igualdad de oportunidades no se produce por generación espontánea. En una sociedad igualitaria habrá que defenderla  constantemente de quienes quieran adquirir demasiada influencia o poder. Bajo el capitalismo sólo será posible si el estado, o algún agente regulador, compensan decididamente a los económicamente más débiles. Y bajo el modelo ideológico neoliberal la igualdad de oportunidades es sencillamente un despropósito.

No se puede dar por supuesta la igualdad de oportunidades. En el mundo real los de muy arriba difícilmente acaban muy abajo, por mal que administren lo suyo. Las grandes familias de toda la vida han logrado superar cambios de régimen político y hasta de sistema económico durante siglos. Y en sentido inverso, tampoco parece que la mayoría de los de abajo estén ahí porque se lo tengan merecido sino por el azar de su nacimiento. Por eso, cuando grandes capas de la población carecen de recursos para pagarse la sanidad o la educación, pretender que sean privadas es, además de una cruel injusticia, un auténtico disparate desde la lógica de la igualdad de oportunidades, la piedra angular de quienes defienden esas políticas.

Es cierto que el actual proceso global de succión de la riqueza colectiva hacia la cúspide de la pirámide de la desigualdad alumbra nuevos grandes ricos que vienen de abajo, esos héroes de nuestro tiempo que tanto gusta destacar al club mediático neoliberal. Florecen allá donde hay mayor crecimiento económico (en China, por ejemplo) pero sobre todo donde más crece la desigualdad, como en España durante estos largos años de recesión y recortes.

En realidad no tiene demasiada importancia si los ricos en lo alto de la pirámide permanecen, se reciclan o se turnan. Lo importante es saber que si la desigualdad sigue creciendo el problema común seguirá creciendo, pues los que están en la cúspide de la riqueza no son los mejores en ninguna otra cosa que no sea acumular riquezas, y porque una progresiva concentración de poder en pocas manos conduce a crecientes y graves conflictos.

De la serie:
Limitar los patrimonios para corregir la desigualdad

…ni desde la lógica.

Ser inmensamente rico no es la prioridad de todos, ni siquiera de la mayoría, por mucho que los neoliberales insistan en generalizar esa intención. Para la mayoría de la gente ser feliz es más importante que poseer muchas riquezas. Pero permitir o favorecer la pretensión de una minoría por acumular hasta el infinito tiene desastrosas consecuencias para la felicidad de la mayoría que no comparte ese deseo.

La felicidad es improbable en un sistema de grandes desigualdades y es imposible en un sistema con desigualdades extremas y crecientes.

Pero concedamos que todos los seres humanos aspirasen a tener más que nadie, ¿debería el sistema económico facilitar ese deseo? Si viviésemos en un sistema con recursos infinitos, si acumular poder económico no otorgase poder para someter a los demás y si la igualdad de oportunidades fuese compatible con un sistema de desigualdades extremas, tal vez. Pero como todo eso es irreal, de ninguna manera.

La ambición personal de bienes materiales debe tener límite como un niño de dos años debe tenerlos. De otro modo se hará daño a sí mismo y a los demás. El capitalismo global se está viniendo abajo porque pretender que alguien pueda acumular riquezas sin límite es un deseo irrealizable, una fantasía.

El previsible colapso civilizatorio por la concentración ilimitada de riquezas ya es, más que una opinión, una evidencia científica, como resume este enlace: Los ricos destruirán la civilización.

Acumular sin límite no puede ser y además es imposible. Matemática pura.

Ni desde la ética ni desde la lógica se puede sostener que la desigualdad extrema convenga. Ni tampoco que las posesiones de los multimillonarios sean fruto exclusivo de su propio esfuerzo. El mayor minorista mundial del sector textil es un español, cuya fortuna personal se estima en 64.000 millones de $USA. Es indudable su esfuerzo y dedicación personal para haber llegado tal alto en la pirámide de la riqueza pero también es innegable que los 120.000 trabajadores que hoy trabajan en su grupo empresarial tienen mucho que ver en el hecho de que haya amasado tan inmensa fortuna. Muchos de ellos dedicarán al negocio jornadas más agotadoras que las de su jefe supremo pero es posible, y según dónde muy probable, que no tengan posesión alguna o incluso que sean pobres, con su esforzado trabajo y todo.

Pero para que no haya equívocos, volvemos a insistir, los grandes ricos no son responsables del mal reparto de la riqueza. Muchos de ellos sólo hacen legalmente lo que consentimos que se pueda hacer.

Si el sistema de reparto de la riqueza no funciona, y a la vista está, no hay más remedio que imponer un límite a la riqueza. Habrá quien piense que si lo hiciéramos iríamos desnudos porque ya no tendríamos ropa de esas multinacionales que dominan la industria textil, pero la economía, está demostrado, funciona mejor cuando hay competencia que cuando no la hay.

Si no hubiese multimillonarios todos viviríamos mejor. Y esto se cumple con seguridad y en cualquier caso. Da igual que sean desalmados oligarcas o bondadosos filántropos. Un buen sistema económico no debe depender de la buena voluntad de los de arriba (aunque hoy por hoy es de agradecer la minoritaria generosidad de algunos de ellos para aliviar el enorme sufrimiento que provoca la escalada de la desigualdad).

Ser permisivos con una concentración extrema y creciente de la riqueza es, además de ilógico, antidemocrático. El poder económico excesivo devora cualquier otro derecho o poder.

Acumular sin límite es algo que no se debe permitir por mucho que alguien lo desee. Que el propio sistema lo fomente es una irresponsabilidad colectiva.

De la serie:
Limitar los patrimonios para corregir la desigualdad

La desigualdad patrimonial no es justificable desde la ética

Desde la ética, y a la vista de los gráficos anteriores, es verdaderamente difícil defender esta desigualdad tan extrema. Aun así, algunos palmeros del neoliberalismo se animan a hacerlo con ese mantra tan socorrido de que los mejores merecen mayor recompensa. Para ellos, dejando que la riqueza se acumule libremente sin la intervención del estado alcanzaremos un nirvana económico donde reinará la ética perfecta. Tal modelo presupone que la aspiración de todos los individuos, o al menos de los mejores de la sociedad, es llegar a ser el más rico. De lo contrario, quienes llegaran a la cúspide de la riqueza podrían no ser los mejores sino los más arribistas, ambiciosos, oportunistas, aprovechados o trepas, y no parece lógico ceder el poder económico a ese tipo de gente.

Por bonito que nos pinten el campeonato por llegar a ser el más rico no es esa la aspiración de la mayoría, afortunadamente. De otro modo no habría maestros, ni médicos, ni investigadores, ni ceramistas, ni submarinistas, ni poetas, ni antropólogos, ni toda esa multitud que no se moviliza por un afán desmedido de riquezas.

En realidad, los que tienen como principal aspiración tener más que nadie son una minoría. La mayoría sólo aspiramos a tener lo suficiente para poder realizar libremente  otros intereses distintos al de acumular riqueza hasta el infinito. Acumular por acumular sin límite no es lo normal.

Hay mafiosos, contrabandistas, traficantes de armas, especuladores sin escrúpulos, políticos corruptos, gente odiosa y despreciable en la cúspide de la pirámide de la riqueza. Están ahí porque quieren tener más que nadie al precio que sea, porque sólo les interesa el premio económico, no porque sean los mejores en nada que se deba premiar. También habrá gente bienintencionada, que sea multimillonaria por casualidad o como efecto colateral de otros objetivos, pero entre los grandes ricos será frecuente encontrar gente que simplemente ha puesto un gran empeño en forrarse.

El premio económico no debiera ser lo más importante ni ser ilimitadamente creciente. Un buen futbolista no lo es porque le paguen mucho sino porque le gusta jugar al fútbol y lo hace bien. La mayoría no lo haremos tan bien, por mucho que nos paguen. Quien ya lo hace muy bien tampoco conseguirá hacerlo mejor sólo porque le paguen más. Pero, sobre todo, para disfrutar del mejor fútbol, todos debieran tener suficientes medios económicos para poder demostrar que son los mejores. Si en vez de primar la sana competencia deportiva un cerrado oligopolio controla el fútbol como un gran negocio, mercadeando para sus propios intereses, es fácil que las remuneraciones de los futbolistas sean irracionales y que a pesar de tantos millones no disfrutemos del mejor fútbol. Los directivos defenderán que pagan un justo premio por las hazañas de sus héroes inigualables, pero más bien parece que con esos pagos astronómicos intentan justificar sus propias ganancias, sin despeinarse, por cierto.

Nadie necesita tener demasiado para ser el mejor haciendo lo que le gusta, a no ser que lo que le guste realmente sea tener demasiado, pero esto ya no conviene al resto de la sociedad.

Anteponer el premio económico individual al bienestar de la sociedad en su conjunto conlleva otra amenaza peor que la perversión de la competencia de los mercados o la probable llegada de indeseables a la cúspide. Un sistema construido alrededor de un poder económico crecientemente piramidal terminará por derrumbarse. Los conflictos que se gestarán en él lo harán inviable en el medio y largo plazo.

De la serie:
Limitar los patrimonios para corregir la desigualdad

Rastrear la desigualdad es difícil y confuso

Sobre la desigualdad de la riqueza hay bastante confusión y pocos datos. Es fácil encontrar estadísticas sobre lo que se gana, lo que se gasta, lo que se produce o, para estar a la última, los costes que suponen los salarios para los empresarios. Suele haber datos más que de sobra para conocer rentas, sean del trabajo o del capital, o producción, como el PIB y sus componentes. Sin embargo, no es tan fácil enterarse de lo que se tiene, lo que se posee: el patrimonio. Con los paraísos fiscales de por medio, inexplicables para la inmensa mayoría pero parece que inevitables para quienes nos gobiernan, conocer la distribución de la riqueza es ardua tarea. También parece un asunto secundario para los organismos multilaterales a cargo de las directrices de la economía mundial, que ofrecen datos sobre desigualdades en las rentas o el PIB pero no de los patrimonios. Y la distinción es muy importante.

Una renta salarial mensual de 600$ puede ser apetecible para muchos chinos, pero a un español difícilmente le alcanzará para cubrir gastos. Si este español tuviese una hipoteca sobre una vivienda que vale menos de lo que debe al banco su patrimonio sería negativo, e incluso podría ser crecientemente negativo a pesar de esa renta “envidiable”. Y si tuviese familia y debiese pagar de su bolsillo parte de los gastos de sanidad o educación, con un sueldo que no le alcanza para llegar a fin de mes y un patrimonio negativo, su renta sería definitivamente indeseable para los chinos.

Cuando se habla de riqueza no hay que hablar de rentas o de producción, aunque frecuentemente se confundan, sino de patrimonios, la verdadera riqueza.

Los datos del siguiente gráfico expresan la distribución de la riqueza en el mundo, que es más acusada y escandalosa que la de la renta.

El peso de la desigualdad2-Lo que cuestionamos desde No Más de Un Millón es esta desigualdad, la desigualdad en la distribución de los patrimonios. Los flujos, sean rentas o capitales, vienen y van. La riqueza, lo que se tiene, lo que se posee, es lo que otorga poder al cacique, al multimillonario especulador, al político o al banquero. Y la riqueza es también lo que nos hace económicamente independientes, lo que puede amortiguar esa inestabilidad laboral que ahora llaman flexibilidad, lo que nos puede salvar de una situación de desempleo o solucionar un problema de salud cuando hay que pagar por la sanidad, lo que importa al fin en Occidente, donde nos hemos acostumbrado a dar mucha importancia a lo que se tiene. Tanto tienes tanto vales, dice el refrán. [Aunque parece que en esta pretensión Occidente pierde terreno ante Oriente. Veremos en otro artículo que los chinos reparten mejor su riqueza. Tal vez por ello crecen más.]

Las cifras del histograma anterior las hemos obtenido de una de esas escasas fuentes privadas que han investigado sobre la riqueza y su distribución. Ellos presentaban esta pirámide original según los siguientes tramos de riqueza (en $USA): menos de 10.000, entre 10.000 y 100.000, entre 100.000 y un millón de dólares y más de un millón.

Fuente: https://publications.credit-suisse.com/tasks/render/file/?fileID=BCDB1364-A105-0560-1332EC9100FF5C83

Los datos, a falta de otros oficiales, son del Credit Suisse Research Institute, que publica anualmente un informe sobre la riqueza muy bien documentado. El de 2013 se puede consultar en https://www.credit-suisse.com/ch/en/news-and-expertise/research/credit-suisse-research-institute/publications.html.

No deja de ser curioso que debamos conocer la distribución de la riqueza mundial gracias a la banca suiza.

De la serie:
Limitar los patrimonios para corregir la desigualdad

…porque es tiempo de movilizarse de forma global.

Ante el previsible hundimiento del sistema es tiempo de acuerdos de mínimos, de propuestas que puedan movilizar a ciudadanos de cualquier parte del mundo. El cambio debe ser global porque el sistema económico también lo es.

En No Más de Un Millón pensamos que es urgente reconducir el sistema capitalista antes de que la creciente desigualdad provoque daños peores, y una forma efectiva de revertir ese proceso sería acordar un cambio en las reglas del juego económico: conseguir que nadie acumule demasiado para que nadie pueda adquirir un poder económico excesivo.

Desde No Más de Un Millón hemos librado largas discusiones con gente que se opone a la idea, pero por más vueltas que le damos seguimos convencidos de que limitar el patrimonio para vencer la desigualdad es una buena solución. Además, el proceso hasta lograrlo estará lleno de encuentros positivos. Tendremos la posibilidad de contactar y colaborar con otras personas que desean renunciar a la riqueza ilimitada para construir un mundo pacífico, democrático, solidario y respetuoso con el medio ambiente. Algo bastante mejor que la ansiosa competición en que ahora andamos, de muchos por tener algo y de unos pocos por tener más que nadie.

Si conseguimos que esta propuesta tenga eco, sea cual sea el resultado final, nos daremos por satisfechos, porque habremos contribuido a cuestionar la creciente desigualdad global. En No Más de Un Millón consideramos que es indeseable, innecesaria, injusta e insostenible.

Debemos tomar conciencia de que las miserias del mundo son un problema de reparto. Ya hay suficiente para todos en un planeta que no aguanta más presión por la ambición de unos pocos. Y gracias a Internet hoy es posible organizar el reparto en democracia, en paz y en libertad, sin miedo y sin complejos.

De la serie:
Limitar los patrimonios para corregir la desigualdad

Nuestra propuesta es para todos

Queremos insistir en que nuestra iniciativa no pretende enfrentar a los pobres contra los ricos sino que tomemos conciencia de que, por ilimitados que sean nuestros deseos personales, los recursos materiales son finitos. Siendo así, lo que unos tengan de más otros lo tendrán de menos.

La economía debe estar al servicio de todos. Por eso, nuestra propuesta es para todos, sea cual sea el patrimonio de cada uno. Quien esté lejos de tener un millón de dólares, por ridículo que le parezca testimoniar su renuncia, podrá reivindicar que en democracia su voto es tan valioso como el de los grandes ricos. Quien esté cerca de esa cifra, comprometerse a parar para que otros tenga su oportunidad de progresar. Y quien posea más del millón, demostrar que está dispuesto a renunciar al excedente (entregándoselo a quien él mismo decida) para construir un mundo mejor.

[Los millonarios que firmen la propuesta, como todos los demás, sólo tendrían que cumplir su compromiso cuando consigamos la limitación legal de los patrimonios. Hasta entonces, sean doblemente bienvenidos, porque es más difícil renunciar  a lo que ya se tiene, aunque sea en condicional, que a lo que se podría llegar a tener.]

Los que mandan en el mundo son los que más tienen pero no son culpables de monopolizar el poder. Si es legal acumular hasta el infinito no hay nada que reprocharles.

Pero no existe una ley natural que nos condene a una competición de ambiciones económicas hasta el infinito, así que podemos limitar la riqueza sin miedo. Cuando lo hagamos daremos un paso de gigante hacia la libertad y el bienestar de todos.

De la serie:
Limitar los patrimonios para corregir la desigualdad

…es limitar los patrimonios hasta un millón de dólares.

Un millón de dólares nos parece un umbral suficiente y razonable para revertir la desigualdad de manera pacífica y democrática. Hay otros límites igual de razonables -por encima tal vez se desconcentraría más rápidamente la cúpula del poder, o por debajo se ahondaría en la justicia social- pero creemos que un millón de dólares por persona es una cifra suficiente como para que nadie reclame más, tiene un alto valor simbólico y sería muy eficaz en la práctica.

Quienes tienen más de un millón de dólares son el 0,7% de la población mundial pero poseen el 41% de la riqueza del planeta. A cambio, el 50% de la población mundial debe conformarse con el 0,7% de la riqueza.

No pretendemos que ese pequeño porcentaje de la humanidad, el 0,7%, se quede sin nada sino que se adapten a un patrimonio de un millón de dólares. Creemos que esa renuncia sería suficiente para proteger y garantizar el futuro de todos.

Que los pobres dejen de serlo es un derecho fundamental que no debe estar subordinado a la graciosa voluntad de las élites económicas, pero tampoco sería justo organizar un expolio autoritario contra ellas.

Para reconducir el sistema hacia un modelo más humano y democrático sólo sería necesario que todos respetásemos por igual un mismo límite al patrimonio. Es una condición suficiente, pero también estrictamente necesaria. Si la riqueza colectiva fluye predominantemente hacia arriba y allí tenemos un pozo sin fondo todo esfuerzo será inútil.

Simplemente, queremos derogar una regla absurda, la permisividad con la acumulación infinita de riquezas. Y queremos que todos, voluntariamente o por imposición democrática de la mayoría, abandonemos ese juego inaceptable. Estamos convencidos de que si lo conseguimos el futuro será esplendoroso.

Con el gran salto tecnológico de las últimas décadas y gracias al esfuerzo de los asalariados la productividad capitalista ha creado riqueza más que de sobra para todos. Todos podríamos ser ricos, pero para ello tendremos que repartir la riqueza. Como también habrá que repartir un trabajo que, con el aumento de la productividad, escaseará cada día más. Pero repartir es imposible cuando el poder está en manos de una élite que quiere (y puede) absorber riquezas sin fin.

Las peores desgracias que padecemos no se deben a la naturaleza maligna de los seres humanos sino al estrepitoso fracaso de una regla irracional que tiraniza al sistema económico: admitir una acumulación personal ilimitada. Cuanto antes deroguemos esa norma será mejor. Hay demasiadas potencialidades positivas que están siendo reprimidas por la absurda carrera de la ambición sin línea de meta.

De la serie:
Limitar los patrimonios para corregir la desigualdad

.

Nuestro proyecto para corregir y superar la desigualdad

En No Más de Un Millón creemos que la creciente desigualdad es un inmenso problema que impulsa otros problemas mayores, como la destrucción del medio ambiente, la pobreza, la corrupción, la injusticia, las guerras… Y para solucionar ese inmenso problema hemos empezado a divulgar una campaña por la limitación de los patrimonios.

Quienes colaboramos con No Más de Un Millón no estamos de acuerdo en todo pero sí en un par de puntos. Primero, que limitar los patrimonios sería una manera eficaz de combatir la escalada de la desigualdad y adentrarnos en una nueva era de prosperidad colectiva.

Y segundo, que la mejor forma de limitar los patrimonios es pasar de las palabras a los hechos, renunciar públicamente al enriquecimiento innecesario hasta ser suficientes para un cambio democrático global. No podemos exigir a los demás que dejen de acumular si nosotros no estamos dispuestos a hacerlo.

Para avanzar en esas dos líneas de acción estamos impulsando un registro público en el que podamos declarar nuestra renuncia personal a poseer más de un millón de dólares. Con esa declaración queremos mostrar que comprendemos y aceptamos la finitud de los recursos del planeta.

De la serie:
Limitar los patrimonios para corregir la desigualdad

.

 

Limitar los patrimonios para corregir la desigualdad

ÍNDICE con vínculos:

Nuestro proyecto para corregir y superar la desigualdad
…es limitar los patrimonios hasta un millón de dólares.
Nuestra propuesta es para todos
…porque es tiempo de movilizarse de forma global.
Rastrear la desigualdad es difícil y confuso.
La desigualdad patrimonial no es justificable desde la ética
…ni desde la lógica.
La igualdad de oportunidades exige recursos.
El argumento elitista no cuela
…y negar la realidad tampoco es buen argumento.
Tampoco hay argumento económico
…ni práctico.
La desigualdad promueve una concentración de poder antidemocrática
…y una indecente opacidad.
El poder de los grandes patrimonios no es sólo económico.
Nuestro resumen
… nuestra propuesta
…nuestro fundamento económico
…nuestro fundamento social
… nuestro método
…y nuestra experiencia.

¡Únete!

 Entradas anteriores

Índice de entradas

 

Preguntas con respuestas – (Por Luis Molina)

La redistribución del poder como brújula política – (Por Javier Arias)

La clave que obstruye las demás soluciones – (Por Javier Ibarra)

Sobre renta y patrimonio – (Por Luis Molina)

Pongamos un límite a los patrimonios… – (Por Javier Ibarra)

Limitar los patrimonios para corregir la desigualdad No más de un millón

Viaje al interior de las pirámides o por qué China domina la economía mundial – (Por Luis Molina)

La concentración de la riqueza en el origen de la pobreza – (Por Javier Ibarra)

Concentración de la riqueza y exceso de poder político No más de un millón

Recogida de firmas para el nuevo parlamento europeo constituido en julio de 2014 –  English versión No más de un millón

Por un registro de autolimitación del patrimonio personal (Por Luis Molina)

La necesidad de un futuro – (Por Javier Ibarra)

Capitalismo horizontal – (Por Javier Ibarra)

Los límites de la transformación y el gran cambo necesario – (Por Javier Ibarra)

————————————————————————————-

Presentación de la recogida de firmas:

No more than a million

Petition to the members of the new European Parliament to put a restriction on inequality and promote this worldwide.

==> SIGN NOW <==

Many of us consider that extreme economic inequality is a serious and growing problem for our common future. Have you ever considered that it is essential that we share the limited resources of the planet more equitably to ensure a future of progress, social stability and sustainability?

Inequality is reaching shocking levels and it is still growing rapidly due to the passiveness of governments. According to recent data, those who have more than a million dollars of assets are only 0.7% of the world’s population, but they accumulate 41% of the planet’s wealth. In contrast, half of the world population do not hold 1% of the wealth.

This extremely unequal distribution promotes poverty and allows an elite group of billionaires to control, directly or indirectly – through amazingly well paid advisors and managers – large and strategic companies and the mass media. At the same time this elite imposes its agenda, which basically is to reduce labor costs and become wealthier. In order to eliminate poverty in the short term and prevent our global village from becoming a dictatorship controlled by of a handful of billionaires it is necessary to limit wealth.

It is not necessary to put a limit to the income or capital, however great these may be, as long as they are serving the public interest. There are many activities beneficial to society that require a large amount of income or capital, such as managing public pensions, the health system, education, erradicating poverty or reversing climate change. Nor is it necessary to put a limit to business capital, however large, if it is guaranteed that its profits are distributed. But those whose wealth is excessive can influence political decisions, distorting democracy, and may undermine free competition, controlling the «market» for their own interests. We must correct this unnecessary risk by placing, by democratic and peaceful means, a limit to our own ambition.

We therefore believe it would be a good idea to propose a legal limitation on the possibility of becoming wealthy by setting a maximum amount. This amount would be equal to all – $ 1 million. Does anyone need more to be happy? In reality an economy dominated by profit without limitation prevents us from freely deciding about our true needs.

«Members of the European Parliament 

The European Parliament must ensure the welfare of all citizens of the EU and assume responsibility for the overall growth of the scandalous inequality.

I am willing to limit my wealth to a million dollars to build a better world, so I consider myself entitled to ask of you to raise a query that can generalize this option within the EU and also to promote it worldwide.

The limitation of wealth is a matter of social justice. No one should aim to become infinitely rich while most of humanity suffers hardship. Furthermore, the excessive accumulation of economic power undermines free competition and democracy.

Sincerely,”

==> SIGN NOW <==

More information:

The global wealth pyramid – The Global Wealth Report 2013 (page 22). Credit Suisse

Working for the Few: Political capture and economic inequality

http://nomasdeunmillon.org
https://twitter.com/nomasdeunmillon

Sobre renta y patrimonio

Muchos economistas modernos prefieren hablar de renta en lugar de hablar de patrimonio, supongo que en parte para valorar mejor los altibajos de la economía provocados por el proceso de “financiarización” mundial. Para sortear posibles trampas estadísticas es importante distinguir ambos conceptos. Por eso es necesario dejar claro qué es lo que se necesita limitar.

 El problema no es la desigualdad de las rentas sino de la riqueza. Imaginemos que a un cacique que mueve muchas rentas anuales le fue peor este año respecto al anterior porque una adversa climatología malogró su cosecha. Su renta disminuyó. Sin embargo, imaginemos que los braceros que trabajan en la finca del cacique mejoraron su renta respecto al año anterior porque sus salarios fueron mayores (difícil de imaginar, ya sé, pero hagamos un esfuerzo). En este caso estaríamos ante un proceso de convergencia entre las rentas del señorito y sus braceros. Esto no quiere decir que haya un proceso de convergencia de la riqueza, porque pudiera ser que las posesiones del cacique fueran las mismas o mayores (aunque ganó menos le quedó para comprar más tierras) y sin embargo las de sus trabajadores hubiesen disminuido o quedado igual (antes no les llegaba para alimentarse bien y ahora tampoco, así que decidieron matar la única vaca que tenían entre todos para comer carne). Rentas tienen y han tenido unos y otro y han evolucionado favorablemente para los braceros. Pero la riqueza (el patrimonio) es otra historia. Podría ser que hace un año el cacique tuviera el 99% de la riqueza y que ahora tenga el 100% porque los braceros perdieron la única vaca que tenían (el ejemplo puede parecer exagerado a algunos, pero para millones de desposeídos del mundo su situación patrimonial suele ser lo de menos en comparación con otros problemas).

Esto es un poco lo que viene ocurriendo con la crisis. Cuando no alcanza para lo básico, aunque se sigan teniendo rentas, hay que comerse el patrimonio, lo que no les suele ocurrir a los grandes ricos, cuyo patrimonio se mantiene, tenga o no altibajos, porque procuran no arriesgar lo suyo propio. Cuando sus negocios se vienen abajo siempre les queda algo bajo el colchón o en algún paraíso fiscal. En cambio, un trabajador en paro puede estar recibiendo rentas, un subsidio, por ejemplo, teniendo un patrimonio cada vez menor y negativo por endeudarse cada día más.

Es decir, que el instrumento que perpetúa la situación de injusticia que provoca la desigualdad es el patrimonio, no las rentas. Por eso hay que limitar la riqueza individual, el patrimonio, lo que se posee. Entiendo que a algunos les puede parecer poco disponer de un patrimonio personal de sólo un millón de dólares, pero “objetivamente” debiera conformarse para evitar una concentración de poder excesiva que está en el origen de los problemas de toda la humanidad. Quien tiene mucho poder suele utilizarlo para sus propios fines y no los de la sociedad en su conjunto. Sin embargo, no me importa que cualquier persona (incluso el cacique, que dejaría de serlo si la mayoría se pone de acuerdo en limitar la riqueza por ley) mueva más de un millón de dólares al año, todo el que quiera, siempre que no se lo apropie. Porque para hacerlo tendrá que convencer (no someter) a otros que estarán en condiciones similares de poder. Podrá colaborar, por ejemplo, en una cooperativa o en un emprendimiento común tan grande como se quiera. El problema ahora es que las decisiones económicas las toma un reducido grupo de personas con inmenso poder económico. Y esas decisiones frecuentemente no son las mejores para la sociedad, por ejemplo, en los mercados de materias primas.

En el cuadro 6-5 del Global Wealth Databook del Credit Suisse, podemos ver que la distribución de la riqueza global es mucho más escandalosa que por países. Quienes quieran minimizar el problema de la desigualdad de la riqueza preferirán comentar su distribución por países o se fijarán mejor en otras estadísticas que presenten lo ocurrido con las rentas. No creo que el problema se deba parcelar. La mala distribución de la riqueza es el mayor problema del mundo y es global.

 En otro de los cuadros del mismo informe (Tabla 2-1) se ve cuán distinta puede ser la realidad tomando la participación de cada país sobre el PIB mundial (renta) o sobre la riqueza mundial (patrimonio). España está en niveles similares (1,95 y 1,92%), pero para un país como Italia la diferencia es muy notable (2,77% y 4,92%). Los italianos tienen una riqueza por adulto que casi duplica la de España. Esto contrasta con lo que se viene diciendo de que España ha sobrepasado a Italia, lo cual puede ser cierto en términos de renta pero no de riqueza.

 Otro de los gráficos que me parecen más interesantes es el de la pág. 95 (Figura 3-2), donde se observa que hasta el 2º decil entre los más pobres del mundo prácticamente no hay chinos y sí que hay bastantes europeos y norteamericanos (alrededor de un 20% agregado). Estos últimos verán ir y venir de su bolsillo rentas mayores que los chinos, pero son más pobres ¡en términos absolutos! En Europa y Norteamérica todavía no he visto que se hable de esto. No interesa. Y si se habla de rentas, no se ve.

 Para controlar la economía (someter al libre mercado) el patrimonio es lo que manda. Los grandes propietarios a menudo tienen una participación menor en las sociedades que gestionan pero las controlan a través de una tupida red de consejeros y participaciones. La gran falacia del capitalismo es la pretensión de que las grandes compañías son anónimas (democráticas, populares) cuando en realidad están controladas por un puñado de familias con fortunas inmensas. Este argumento, que resume bien este enlace, me parece también crucial.

Luis Molina
nomasdeunmillon.org

La clave que obstruye las demás soluciones – (Texto completo)

He tratado de resumir mis motivos para apoyar esta propuesta a partir de una serie de cuestiones que pueden surgir al planteársela.

¿Por qué no es conveniente para la sociedad la acumulación de riqueza privada sin límite?

El propósito de acumular riqueza de forma ilimitada sería una mera opción personal si no fuera porque el afán de enriquecimiento y la posibilidad de hacerlo sin límites legales está desequilibrando la sociedad, la economía y el medio natural en el que se asienta nuestra vida llevándonos a un futuro colectivo deteriorado y sometiéndonos a las patologías sociales propias de la desigualdad. Sin necesidad de entrar en los desastres propios del modelo económico que rige el mundo actual y que a diario reseñan las noticias, merece la pena destacar tres importantes males esenciales de la gran riqueza privada:

  1. La desvinculación de todo compromiso con el resto de la sociedad y con el bien común propia de quien ha ganado mucho y se permite creer que podrá eludir privadamente los desastres colectivos.
  2. El exceso de poder político que confiere la concentración de la riqueza en pocas manos y que anula la democracia en la elección de los objetivos económicos. (Partidos endeudados y condicionados por los capitales que les financian, “puertas giratorias”, una capacidad para intentar corromper que no tenemos los demás, la propaganda bien financiada y la promoción académica de sus posiciones, el control de la propiedad de los medios de comunicación, y sobre todo, la posibilidad de presionar a los diferentes estados, como se hace con los proveedores, para que modifiquen sus leyes. Más información sobre todo esto aquí: Concentración de la riqueza y exceso de poder político)
  3. La enajenación de los recursos que necesitamos para dotarnos de una suficiencia compartida y para transformar los procesos productivos hacia una economía realmente  sostenible ambiental y socialmente. Al hecho de que la sociedad no pueda disponer democráticamente de esos capitales se une su habitual condición de dinero ahorrado en forma de crédito que exige intereses, o en forma de inversión especulativa distorsionando los precios para obtener de la sociedad plusvalías irracionales sin aportación de valor real.

¿Cómo podríamos combatir los males propios de la concentración de la riqueza?

Dado que estos males son consustanciales a la acumulación ilimitada y a la desigualdad extrema será necesario combatir la propia posibilidad de que exista ese enriquecimiento exagerado y pernicioso. El límite a la riqueza tendrá que ser legal y vinculante para alcanzar una dimensión económica que lo haga significativo y realmente transformador en la práctica. Pero para llegar a ese punto de un modo legítimo, democrático y perdurable, el paso previo inexcusable es un cambio en la forma de pensar de la mayoría de la población, porque es ahí donde reside el corazón del problema. Sin esta concienciación previa que proporcione un apoyo masivo no será posible. El compromiso personal con un límite al patrimonio y la difusión de esta posibilidad favorecerían el autocuestionamiento necesario para un cambio de valores.

Más allá del apoyo a una idea necesitamos cuestionar nuestro propio marco cognitivo, esa preconsciente ideología del enriquecimiento individualista que nos han inculcado los medios de propaganda del neoliberalismo, (casi todos los medios de masas). Es necesaria una nueva referencia de valor social que sirva para combatir la legitimación social de la desigualdad y del enriquecimiento sin límite. Se trata de intentar que la mayoría comprendamos el error básico de nuestro modelo económico para renunciar a la posibilidad de triunfar sin fin en una guerra en la que, como conjunto, sólo podemos perder.

¿Podríamos avanzar en la práctica hacia una limitación de la riqueza individual?

Hace dos años, el economista Luis Molina, (autor de otras entradas en este mismo blog), escribió un hermoso libro titulado Una sencilla solución para un inmenso problema. [Disponible en pdf]. En él proponía una colaboración social entre las personas dispuestas a compromoterse públicamente con una limitación de su propia aspiración económica. A medida que fuera creciendo el número de los que optaran por condicionar su consumo u otras elecciones económicas, políticas y sociales al círculo de los comprometidos con la limitación de los patrimonios, quienes no lo hicieran irían viendo como sus propuestas quedarían relegadas. Finalmente, cuando se hubiera alcanzado una mayoría social comprometida con la limitación de los patrimonios, esta limitación podría establecerse legalmente de forma democrática y pacífica, de manera que fuera vinculante para todos.

En la red social independiente n-1 hemos creado el grupo Autolimitación del patrimionio con la finalidad de promover la creación de un registro público y voluntario que permita llevar a la práctica esta idea. Cualquier persona puede acceder al mismo para seguir la evolución de este proyecto, mostrar su apoyo, aportar sus reflexiones o colaborar en su desarrollo.

¿Cómo nos afectaría personalmente una limitación de los patrimonios?

Dado que en un sistema desigual por definición muy pocos pueden llegar a ser ricos, este límite no supondría ningún sacrificio real para el 99% de la población. Supondría sólo el sacrificio de un futurible, el abandono de una improbable posibilidad de gran enriquecimiento. El problema es que con la aceptación de esa posibilidad de riqueza individual se está legitimando la desigualdad extrema y con ella el deterioro del verdadero futuro común que, este sí, no dejará de afectarnos. El apoyo a esta auto-limitación colectiva lleva a cuestionarse esa pretensión, esa ambición decadente y embrutecedora.

Si el límite se aprobara, los efectos materiales para el 99% serían beneficiosos por la redistribución de esa riqueza y por el estímulo económico que supondría la misma, sin dejar en la exclusión al restante 1% que seguiría disfrutando de una gran riqueza. Es decir, si tomamos conciencia de los efectos de la propuesta, comprenderemos que no es ni un acto simbólico -pues la limitación afectaría a las posibilidades individuales de todos- ni un sacrificio, porque el resultado será beneficioso para conjunto del que formamos parte.

¿El apoyo a esta propuesta implica la adhesión a algún tipo de ideología, partido o movimiento social precedente?

Como propuesta concreta que es no implica ninguna otra adhesión, y es la propuesta misma la que nos ha llevado a colaborar a las personas que hasta ahora la estamos provoviendo aquí. Desde el principio hemos planteado la posibilidad y el deseo de que cada cual aporte sus propios motivos para apoyarla o sus propios matices. Y de hecho, en este blog estamos manifestando nuestro apoyo a una limitación a la riqueza mediante argumentaciones personales diferentes.

Quizá todos debamos asumir que hay tantas ideologías como personas reflexionando, lo cual no ha de impedirnos confluir en propuestas concretas. Sin duda esta encajaría en numerosos idearios que aspiran a poner coto al despropósito neoliberal. La limitación de la riqueza individual es un buen ejemplo de propuesta concreta que puede apoyarse desde distintos orígenes ideológicos o concepciones sobre cómo debería ser nuestro modelo económico. Se trata de una propuesta horizontal, incluyente y plural. Para hacer posible ese apoyo transversal bastan dos premisas:

1- Que todo el mundo pueda explicar sus motivos y sus matizaciones para apoyar esta propuesta, expresándose de forma diferenciada, en lugar de actuar como un partido político que defiende un programa completo al unísono.
2- Que seamos capaces de aceptar la compañía en la acción con quienes piensan de modo distinto a uno.

Algunos ejemplos.

Esta propuesta podría ser apoyada por quien crea que el mercado libre, incluso uno más desregulado que el actual, es la mejor forma de organizar la economía, pero entendiendo que es necesario poner un límite a la acumulación precisamente para que el surgimiento de oligarquías y oligopolios no impidan el dinamismo de la competencia y de la ‘destrucción creativa’ mediante la manipulación de la política y de los mercados.

También podría ser apoyada por quienes creen que la economía debe estar gestionada exclusivamente desde la planificación estatal pero aceptarían este límite como barrera de contención hacia una deriva más neoliberal.

Y también puede ser apoyada por quienes creemos que el futuro modelo económico debería estar centrado en la gestión de bienes comunes, (sin excluir la necesidad de instituciones públicas ni la posibilidad del mercado bajo determinadas condiciones), pero que entendemos que la actual concentración creciente y competitiva de la riqueza actúa precisamente contra los bienes comunes que la misma necesita depredear.

Además de las posiciones intermedias, supongo que puede haber muchos más motivos políticos, éticos o de otro tipo que podrían ver con buenos ojos esta propuesta.

¿Solucionaría un límite a la riqueza todos los problemas de nuestro modelo económico?

Personalmente creo que, en la medida en que se confíe en una economía de mercado, también serían necesarios otros límites o condicionamientos económicos que evitaran el descontrol del rumbo conjunto propio de este sistema; sería necesario crear un modelo de sociedad que controlase el mercado a su favor en lugar de ser objeto de mercadeo, (quizá del modo propuesto por la llamada Economía del Bien Común). Enumero a continuación algunos cambios que a mí modesto entender deberían ser prioritarios más allá de establecer un límite a la riqueza:

  • Exigir el fin de la competencia en la regulación fiscal, laboral y ambiental de cada ámbito legislativo del planeta, (lo que actualmente equivale a competir con las reglas de cada “tablero de juego”, algo muy distinto de la competencia entre empresas dentro del “juego”, dentro del mismo mercado), para pasar a una igualdad completa en esas normativas en todo ámbito internacional de libre comercio o en los sectores en los que se dé este.

  • Renovar la lógica financiera: dotarnos de una banca pública transaparente y que incorporara criterios éticos democráticamente elegidos; vincular la rentabilidad de las inversiones y de los préstamos a su resultado efectivo en lugar preestablecer unos intereses fijos, avales abusivos y otras formas de elusión del riesgo inversor que favorecen la especulación y el endeudamiento irracional; establecer algún gravamen para los movimientos de capitales, como la Tasa a las Transacciones Financieras o como ocurre con las monedas locales. Si tuviéramos transparencia y control legal sobre esos movimientos, sin banca en la sombra, y si tuviéramos igualdad en el trato fiscal en todo ámbito de libre circulación de capitales, es decir, si esos flujos sirvieran al bien común, no habría problema en que se produjeran libremente.

  • Limitar el tamaño o la cuota de mercado de las empresas de un modo mucho más intenso que el llevado a cabo por las ineficaces leyes antimonopolio actuales, para evitar entre otras cosas las paradojas que muestra el documental La Corporación. No hay más que ver el oligopolio caciquil de las multinacionales de la energía que logran de los gobiernos lo que se les antoja, como acabar con el autoconsumo de energía renovable en España, donde el sol ya no es gratis, o imponer globalmente una mayor depredación de la naturaleza para renovar el negocio de los recursos fósiles en detrimento de los renovables.

  • Acabar con la represión económica que supone la pobreza y la exclusión social, una represión que actúa como chantaje para el productivismo y que, además de suponer un gran sufrimiento injustificado, impide refrenar la maquinaria económica donde es insostenible con la disculpa de ofrecer algún empleo. Los derechos económicos recogidos en los artículos 22 a 26 de la DUDH deben ser garantizados colectivamente en forma de salario social, (Renta Básica, servicios públicos), y de acceso a bienes comunes.

  • Impedir cualquier forma de producción insostenible o que suponga una huella ecológica que no se compense, forzando en cambio la prioridad de que toda producción se encuadre en alguna forma de economía circular.

  • Dejar de situar el crecimiento económico como centro de la sociedad y como condición previa a la suficiencia económica de todos. El nuevo paradigma ha de ser la adaptación económica, una continua redistribución adaptativa, mediante la cual controlemos, compartamos y distribuyamos mejor la riqueza generada, el tiempo libre, el conocimiento, el tiempo de trabajo productivo y reproductivo, (el cuidado de la vida y de los elementos de los que depende su equilibrio), y los flujos de materiales y de energía de los que depende todo lo demás.

Pero estos otros controles no podrán llegar a ser efectivos y se quedarán en meras expectativas deseables si dejamos abierta la válvula por la que se escapa su posibilidad, si nos aferramos a la prioridad del enriquecimiento ilimitado como piedra de toque de la sociedad y de toda vida, como motor fáctico de nuestro día a día y de nuestras decisiones. Sólo partiendo de un cierre de esa fuga de nuestros recursos podremos encarar la posibilidad de un futuro más esperanzado:

  • Encaminar la humanidad hacia un horizonte basado en la economía del don, los bienes comunes, el conocimiento libre, el tiempo propio y la voluntariedad; un horizonte en el que los objetivos de la sociedad sean los realmente deseados en la agregación de conciencias libres, y no los que “no nos dejan más remedio” que perseguir.

Javier Ibarra
nomasdeunmillon.org

La clave que obstruye las demás soluciones – Índice

He tratado de resumir mis motivos para apoyar esta propuesta a partir de una serie de cuestiones que pueden surgir al planteársela.

Javier Ibarra
nomasdeunmillon.org

¿Solucionaría un límite a la riqueza todos los problemas de nuestro modelo económico?

Personalmente creo que, en la medida en que se confíe en una economía de mercado, también serían necesarios otros límites o condicionamientos económicos que evitaran el descontrol del rumbo conjunto propio de este sistema; sería necesario crear un modelo de sociedad que controlase el mercado a su favor en lugar de ser objeto de mercadeo, (quizá del modo propuesto por la llamada Economía del Bien Común). Enumero a continuación algunos cambios que a mí modesto entender deberían ser prioritarios más allá de establecer un límite a la riqueza:

  • Exigir el fin de la competencia en la regulación fiscal, laboral y ambiental de cada ámbito legislativo del planeta, (lo que actualmente equivale a competir con las reglas de cada “tablero de juego”, algo muy distinto de la competencia entre empresas dentro del “juego”, dentro del mismo mercado), para pasar a una igualdad completa en esas normativas en todo ámbito internacional de libre comercio o en los sectores en los que se dé este.
  • Renovar la lógica financiera: dotarnos de una banca pública transaparente y que incorporara criterios éticos democráticamente elegidos; vincular la rentabilidad de las inversiones y de los préstamos a su resultado efectivo en lugar preestablecer unos intereses fijos, avales abusivos y otras formas de elusión del riesgo inversor que favorecen la especulación y el endeudamiento irracional; establecer algún gravamen para los movimientos de capitales, como la Tasa a las Transacciones Financieras o como ocurre con las monedas locales. Si tuviéramos transparencia y control legal sobre esos movimientos, sin banca en la sombra, y si tuviéramos igualdad en el trato fiscal en todo ámbito de libre circulación de capitales, es decir, si esos flujos sirvieran al bien común, no habría problema en que se produjeran libremente.
  • Limitar el tamaño o la cuota de mercado de las empresas de un modo mucho más intenso que el llevado a cabo por las ineficaces leyes antimonopolio actuales, para evitar entre otras cosas las paradojas que muestra el documental La Corporación. No hay más que ver el oligopolio caciquil de las multinacionales de la energía que logran de los gobiernos lo que se les antoja, como acabar con el autoconsumo de energía renovable en España, donde el sol ya no es gratis, o imponer globalmente una mayor depredación de la naturaleza para renovar el negocio de los recursos fósiles en detrimento de los renovables.
  • Acabar con la represión económica que supone la pobreza y la exclusión social, una represión que actúa como chantaje para el productivismo y que, además de suponer un gran sufrimiento injustificado, impide refrenar la maquinaria económica donde es insostenible con la disculpa de ofrecer algún empleo. Los derechos económicos recogidos en los artículos 22 a 26 de la DUDH deben ser garantizados colectivamente en forma de salario social, (Renta Básica, servicios públicos), y de acceso a bienes comunes.
  • Impedir cualquier forma de producción insostenible o que suponga una huella ecológica que no se compense, forzando en cambio la prioridad de que toda producción se encuadre en alguna forma de economía circular.
  • Dejar de situar el crecimiento económico como centro de la sociedad y como condición previa a la suficiencia económica de todos. El nuevo paradigma ha de ser la adaptación económica, una continua redistribución adaptativa, mediante la cual controlemos, compartamos y distribuyamos mejor la riqueza generada, el tiempo libre, el conocimiento, el tiempo de trabajo productivo y reproductivo, (el cuidado de la vida y de los elementos de los que depende su equilibrio), y los flujos de materiales y de energía de los que depende todo lo demás.

Pero estos otros controles no podrán llegar a ser efectivos y se quedarán en meras expectativas deseables si dejamos abierta la válvula por la que se escapa su posibilidad, si nos aferramos a la prioridad del enriquecimiento ilimitado como piedra de toque de la sociedad y de toda vida, como motor fáctico de nuestro día a día y de nuestras decisiones. Sólo partiendo de un cierre de esa fuga de nuestros recursos podremos encarar la posibilidad de un futuro más esperanzado:

  • Encaminar la humanidad hacia un horizonte basado en la economía del don, los bienes comunes, el conocimiento libre, el tiempo propio y la voluntariedad; un horizonte en el que los objetivos de la sociedad sean los realmente deseados en la agregación de conciencias libres, y no los que “no nos dejan más remedio” que perseguir.

Javier Ibarra
nomasdeunmillon.org


De la serie: La clave que obstruye las demás soluciones

¿El apoyo a esta propuesta implica la adhesión a algún tipo de ideología, partido o movimiento social precedente?

Como propuesta concreta que es no implica ninguna otra adhesión, y es la propuesta misma la que nos ha llevado a colaborar a las personas que hasta ahora la estamos provoviendo aquí. Desde el principio hemos planteado la posibilidad y el deseo de que cada cual aporte sus propios motivos para apoyarla o sus propios matices. Y de hecho, en este blog estamos manifestando nuestro apoyo a una limitación a la riqueza mediante argumentaciones personales diferentes.

Quizá todos debamos asumir que hay tantas ideologías como personas reflexionando, lo cual no ha de impedirnos confluir en propuestas concretas. Sin duda esta encajaría en numerosos idearios que aspiran a poner coto al despropósito neoliberal. La limitación de la riqueza individual es un buen ejemplo de propuesta concreta que puede apoyarse desde distintos orígenes ideológicos o concepciones sobre cómo debería ser nuestro modelo económico. Se trata de una propuesta horizontal, incluyente y plural. Y para hacer viable este apoyo transversal bastan dos premisas:

  1. Que todo el mundo pueda explicar sus motivos y sus matizaciones para apoyar esta propuesta, expresándose de forma diferenciada, en lugar de actuar como un partido político que defiende un programa completo al unísono.
  2. Que seamos capaces de aceptar la compañía en la acción con quienes piensan de modo distinto a uno.

Algunos ejemplos.

Esta propuesta podría ser apoyada por quien crea que el mercado libre, incluso uno más desregulado que el actual, es la mejor forma de organizar la economía, pero entendiendo que es necesario poner un límite a la acumulación precisamente para que el surgimiento de oligarquías y oligopolios no impidan el dinamismo de la competencia y de la ‘destrucción creativa’ mediante la manipulación de la política y de los mercados.

También podría ser apoyada por quienes creen que la economía debe estar gestionada exclusivamente desde la planificación estatal pero aceptarían este límite como barrera de contención hacia una deriva más neoliberal.

Y también puede ser apoyada por quienes creemos que el futuro modelo económico debería estar centrado en la gestión de bienes comunes, (sin excluir la necesidad de instituciones públicas ni la posibilidad del mercado bajo determinadas condiciones), pero que entendemos que la actual concentración creciente y competitiva de la riqueza actúa precisamente contra los bienes comunes que la misma necesita depredear.

Además de las posiciones intermedias, supongo que puede haber muchos más motivos políticos, éticos o de otro tipo que podrían ver con buenos ojos esta propuesta.

Javier Ibarra
nomasdeunmillon.org


De la serie: La clave que obstruye las demás soluciones

¿Cómo nos afectaría personalmente una limitación de los patrimonios?

Dado que en un sistema desigual por definición muy pocos pueden llegar a ser ricos, este límite no supondría ningún sacrificio real para el 99% de la población. Supondría sólo el sacrificio de un futurible, el abandono de una improbable posibilidad de gran enriquecimiento. El problema es que con la aceptación de esa posibilidad de riqueza individual se está legitimando la desigualdad extrema y con ella el deterioro del verdadero futuro común que, este sí, no dejará de afectarnos. El apoyo a esta auto-limitación colectiva lleva a cuestionarse esa pretensión, esa ambición decadente y embrutecedora.

Si el límite se aprobara, los efectos materiales para el 99% serían beneficiosos por la redistribución de esa riqueza y por el estímulo económico que supondría la misma, sin dejar en la exclusión al restante 1% que seguiría disfrutando de una gran riqueza. Es decir, si tomamos conciencia de los efectos de la propuesta, comprenderemos que no es ni un acto simbólico -pues la limitación afectaría a las posibilidades individuales de todos- ni un sacrificio, porque el resultado sería beneficioso para conjunto del que formamos parte.

Javier Ibarra
nomasdeunmillon.org


De la serie: La clave que obstruye las demás soluciones

¿Podríamos avanzar en la práctica hacia una limitación de la riqueza individual?

Hace dos años, el economista Luis Molina, (autor de otras entradas en este mismo blog), escribió un hermoso libro titulado Una sencilla solución para un inmenso problema. [Disponible en pdf]. En él proponía una colaboración social entre las personas dispuestas a compromoterse públicamente con una limitación de su propia aspiración económica. A medida que fuera creciendo el número de los que optaran por condicionar su consumo u otras elecciones económicas, políticas y sociales al círculo de los comprometidos con la limitación de los patrimonios, quienes no lo hicieran irían viendo como sus propuestas quedarían relegadas. Finalmente, cuando se hubiera alcanzado una mayoría social comprometida con la limitación de los patrimonios, esta limitación podría establecerse legalmente de forma democrática y pacífica, de manera que fuera vinculante para todos.

En la red social independiente n-1 hemos creado el grupo Autolimitación del patrimionio con la finalidad de promover la creación de un registro público y voluntario que permita llevar a la práctica esta idea. Cualquier persona puede acceder al mismo para seguir la evolución de este proyecto, mostrar su apoyo, aportar sus reflexiones o colaborar en su desarrollo.

Dejo a continuación el original índice del libro, interesante por sí mismo.

Javier Ibarra
nomasdeunmillon.org

De la serie: La clave que obstruye las demás soluciones


UNA SENCILLA SOLUCIÓN PARA UN INMENSO PROBLEMA

I. EL INMENSO PROBLEMA

Los terribles problemas del mundo no derivan de la complejidad del ser humano ni de la extraña materia que conforma el universo. Sólo son consecuencia de una regla del sistema económico tan elemental como disparatada.

1.- UNA REFLEXIÓN SOBRE LA ECONOMÍA

  • Que yo viva bien no quiere decir que las cosas vayan bien
  • El origen de los problemas no es nada complejo
  • por lo que la solución tampoco lo es.
  • El capitalismo no es el problema sino su variante neoliberal.

2.- INVENTARIO DE LOS HORRORES

  • El mundo arrastra graves problemas, como la pobreza,
  • la destrucción del medio ambiente y el cambio climático,
  • la proliferación de armamento,
  • las armas nucleares,
  • la violación de los derechos humanos
  • y otros muchos graves problemas
  • que componen un mundo extremadamente violento y machista.

3.- EL ORIGEN DE LOS PROBLEMAS

  • Todos los problemas sociales tienen su origen en el sistema económico.
  • El capitalismo promueve un rápido crecimiento económico
  • pero tiende a desbocarse
  • por lo que el sector público tiene que poner orden.
  • El capitalismo ha tenido distintas variantes a lo largo de la historia,
  • una particularmente exitosa,
  • pero ha acabado imponiéndose la peor
  • gracias a la lógica de nuestros gobernantes y del propio sistema.

4.- LA DESIGUALDAD NEOLIBERAL

  • La desigualdad es el principal motor de la variedad triunfante del capitalismo.
  • El reparto de la riqueza es extremadamente desigual
  • y tiende a acentuarse.
  • El liberalismo económico capitalista necesita crecer sin parar,
  • lo que tiene un coste colectivo
  • y nos lleva a un callejón sin salida.

5.- LA CONCENTRACIÓN DE PODER

  • La desigualdad, además de impulsar la pobreza relativa,
  • concentra el poder,
  • pervierte la democracia
  • y puede provocar una catástrofe.

6.- LA SITUACIÓN ECONÓMICA ACTUAL

  • La crisis de 2008
  • anuncia un previsible colapso de la economía mundial
  • que todavía es evitable.

7.- EL GRAN OBSTÁCULO

  • No es fácil tomar conciencia del problema porque el individualismo nos ciega.
  • La movilización social es impotente frente a la concentración de poder,
  • porque el orden del proceso de cambio es fundamental.

8.- EL INDIVIDUALISMO ES CONTRARIO A LA RAZÓN

  • Para ser felices necesitamos que los demás también lo sean,
  • ya que formamos parte de una única estructura universal.

9.- LA TOMA DE CONCIENCIA DE LA UNIVERSALIDAD

  • Tomar conciencia de la universalidad
  • nos ayudará a superar el individualismo
  • y a discernir lo que es verdaderamente importante.

10.- SIN CONCIENCIA UNIVERSAL TODO ES CONFUSIÓN

  • No haber tomado conciencia de la universalidad crea una gran confusión
  • y alienta el refugio de la fe,
  • lo que al final no resulta tan irracional.
  • Pero la fe poco tiene que ver con el funcionamiento del sistema económico.

11.- NO DEBEMOS REHUIR NUESTRA RESPONSABILIDAD

  • Hay que romper con la apatía individualista y entrar en acción.
  • Podemos ser Buda y Krishna a la vez,
  • continuar con nuestro crecimiento personal sin abandonar a los demás.

12.- CÓMO ENCARAR EL PROBLEMA

  • Que el germen de los problemas es la desigualdad extrema es tan evidente como evitable.
  • Por suerte, gran parte de lo que tenemos es aprovechable
  • y está en marcha una revolución en nuestra forma de pensar.

II. LA SENCILLA SOLUCIÓN

Ponernos de acuerdo en limitar la acumulación de riquezas al margen de los canales del poder. Después, dejar que el capitalismo siga su curso.

13.- LA SOLUCIÓN EN UNA FRASE

  • Sólo hay que reconocer el origen del problema
  • y eliminarlo.

14.- LA CONFUSIÓN SOBRE LO QUE OCURRE

  • Proliferan los puntos de vista parciales, como la conspiración de las derechas,
  • el pesimismo intelectual,
  • el optimismo de los nuevos ermitaños,
  • quienes culpan a los chicos malos
  • o quienes dicen que es inútil todo lo que hagamos.
  • También hay coherentes análisis, aunque la solución que ofrecen no sea realista.

15.- LAS ARMAS DEL SISTEMA

  • Al final, nos armamos para luchar contra nosotros mismos,
  • cuando todos deberíamos desarmarnos
  • y acabar con la militarización del sistema.

16.- NECESITAMOS A LOS GRANDES RICOS

  • Los ricos no renunciarán al poder
  • ni son culpables sólo por serlo.
  • Los grandes ricos nos necesitan, más que nosotros a ellos,
  • pero seguro habrá que vencer una fuerte resistencia.

17.- MARAVILLOSO INTERNET

  • Restringir la libertad en Internet es ahora el objetivo prioritario del sistema.
  • Las revueltas han puesto de manifiesto la potencialidad de las redes sociales,
  • pero la red que necesitamos para cambiar el mundo debe ser muy diferente.
  • La intimidad del dinero es inaceptable,
  • como también lo es el anonimato.
  • El espacio en la red para cambiar el mundo no puede ser cualquier cosa.

18.- UN COMPROMISO SÓLIDO Y COHERENTE

  • El compromiso debe ser posible para ricos y pobres, sin exclusiones,
  • fácil de entender,
  • voluntario, abierto y pacífico,
  • con sanciones por incumplimiento,
  • real, demostrable con hechos, público y transparente.

19.- UN MILLÓN DE DÓLARES

  • En algún punto hay que parar la acumulación privada.
  • Un millón de dólares es el límite más razonable porque nadie necesita más
  • y sobre todo porque permite reunir el suficiente poder económico
  • que se necesita para cambiar el sistema.

20.- EL ESTADO DEL BIENESTAR.

  • Si conseguimos limitar la riqueza
  • se reactivará el estado del bienestar
  • porque las ventajas de lo público son indudables
  • aunque estén en retroceso.
  • El neoliberalismo está ganando la partida a lo público
  • pero eso no significa que estemos en el buen camino.

21.- REPARTIR EL TRABAJO

  • Todos los recursos son limitados
  • y el trabajo también lo es.
  • No debemos empeñarnos en trabajar más
  • porque no es lógico
  • ni necesario.

22. RENTA, PATRIMONIO Y CAPITAL

  • Lo que debemos limitar es el patrimonio personal,
  • no el tamaño del capital
  • ni sus flujos
  • ni tampoco las rentas.

23.- ZAPATERO A TUS ZAPATOS

  • Participar en el cambio de sistema no exige grandes esfuerzos.
  • Los beneficios del cambio serán inmensos e inmediatos
  • sin apenas esfuerzo ni complicaciones.

24.- EL PROCESO EN MARCHA

  • La mejor manera de resolver las consecuencias que derivan de un tremendo error es volver a aplicar el sentido común.

25.- EPÍLOGO Y RESUMEN

APÉNDICE. EL 15 DE MAYO DE 2011

Versión en pdf

¿Cómo podríamos combatir los males propios de la concentración de la riqueza?

Dado que estos males son consustanciales a la acumulación ilimitada y a la desigualdad extrema será necesario combatir la propia posibilidad de que exista ese enriquecimiento exagerado y pernicioso. El límite a la riqueza tendrá que ser legal y vinculante para alcanzar una dimensión económica que lo haga significativo y realmente transformador en la práctica. Pero para llegar a ese punto de un modo legítimo, democrático y perdurable, el paso previo inexcusable es un cambio en la forma de pensar de la mayoría de la población, porque es ahí donde reside el corazón del problema. Sin esta concienciación previa que proporcione un apoyo masivo no será posible. El compromiso personal con un límite al patrimonio y la difusión de esta posibilidad favorecerían el autocuestionamiento necesario para un cambio de valores.

Más allá del apoyo a una idea necesitamos cuestionar nuestro propio marco cognitivo, esa preconsciente ideología del enriquecimiento individualista que nos han inculcado los medios de propaganda del neoliberalismo, (casi todos los medios de masas). Es necesaria una nueva referencia de valor social que sirva para combatir la legitimación social de la desigualdad y del enriquecimiento sin límite. Se trata de intentar que la mayoría comprendamos el error básico de nuestro modelo económico para renunciar a la posibilidad de triunfar sin fin en una guerra en la que, como conjunto, sólo podemos perder.

Javier Ibarra
nomasdeunmillon.org


De la serie: La clave que obstruye las demás soluciones

¿Por qué no es conveniente para la sociedad la acumulación de riqueza privada sin límite?

El propósito de acumular riqueza de forma ilimitada sería una mera opción personal si no fuera porque el afán de enriquecimiento y la posibilidad de hacerlo sin límites legales está desequilibrando la sociedad, la economía y el medio natural en el que se asienta nuestra vida llevándonos a un futuro colectivo deteriorado y sometiéndonos a las patologías sociales propias de la desigualdad. Sin necesidad de entrar en los desastres propios del modelo económico que rige el mundo actual y que a diario reseñan las noticias, merece la pena destacar tres importantes males esenciales de la gran riqueza privada:

  1. La desvinculación de todo compromiso con el resto de la sociedad y con el bien común propia de quien ha ganado mucho y se permite creer que podrá eludir privadamente los desastres colectivos.

  2. El exceso de poder político que confiere la concentración de la riqueza en pocas manos y que anula la democracia en la elección de los objetivos económicos. (Partidos endeudados y condicionados por los capitales que les financian, “puertas giratorias”, una capacidad para intentar corromper que no tenemos los demás, la propaganda bien financiada y la promoción académica de sus posiciones, el control de la propiedad de los medios de comunicación, y sobre todo, la posibilidad de presionar a los diferentes estados, como se hace con los proveedores, para que modifiquen sus leyes. Más información sobre todo esto aquí: Concentración de la riqueza y exceso de poder político)

  3. La enajenación de los recursos que necesitamos para dotarnos de una suficiencia compartida y para transformar los procesos productivos hacia una economía realmente  sostenible ambiental y socialmente. Al hecho de que la sociedad no pueda disponer democráticamente de esos capitales se une su habitual condición de dinero ahorrado en forma de crédito que exige intereses, o en forma de inversión especulativa distorsionando los precios para obtener de la sociedad plusvalías irracionales sin aportación de valor real.

Javier Ibarra
nomasdeunmillon.org


De la serie: La clave que obstruye las demás soluciones

La redistribución del poder como brújula política

Una de las cuestiones ineludibles que esta profunda crisis sistémica está poniendo de relieve es la necesidad de impulsar nuevos principios organizativos que deberán regir la transición hacia un futuro diferente. Uno de estos principios básicos es la redistribución progresivamente equitativa del poder en todos sus ámbitos y manifestaciones posibles. Redistribuir el poder va mucho más allá de la simple y “loable” pretensión de actuar contra la pobreza. La distinción entre ambos objetivos mantiene un claro paralelismo con la que podemos establecer entre caridad y justicia. La caridad no cuestiona el equlibrio asimétrico de poder inherente al orden establecido ni cuestiona la existencia de unas minorías poseedoras y unas mayorías depauperadas que deben esperar pacientemente el favor de las élites. El principio de redistribución del poder parte de unas premisas muy diferentes que no solo apelan a la ética humanista sino, sobre todo, a la racionalidad socioeconómica, al bien común y al equilibrio biofísico de nuestro entorno vital.  El principio de redistribución del poder tiene implicaciones en multiplicidad de áreas, con diferentes ejemplificaciones:

* Redistribución progresivamente equitativa del poder, en cuanto a la arquitectura institucional, significa buscar una democracia participativa que desborde el marco de la democracia representativa: Iiniciativas legislativas ciudadanas, wikiproyectos legislativos, consultas vinculantes, listas abiertas con referendums revocatorios de mandato, reformas de leyes electorales para la democracia inclusiva y equitativa en el valor del voto, consejos deliberativos, asambleas populares con capacidad de autogestión, procesos transparentes de rendición de cuentas, blindajes normativos contra la corrupción, gestación de nuevas soberanías y empoderamientos ciudadanos, organizaciones políticas horizontalistas, presupuestos participativos…

* Redistribución progresivamente equitativa del poder, en el campo de la energía, es posibilitar que las redes de distribución de la corriente eléctrica sean bidireccionales en lugar de las actualmente unidireccionales, para que cada individuo pueda introducir energía autogenerada en la red, además de extraerla. De esta forma se establecería un balance energético que podría salir positivo o, a veces, negativo. (Tercera Revolución Industrial, propuesta por Jeremy Rifkin y otros).

* Redistribución progresivamente equitativa del poder, en el campo de la propiedad intelectual, sería disminuir drásticamente el periodo de validez de las patentes y las licencias copyright, para que todo el conocimiento pueda pasar al dominio público con mucha mayor rapidez. También es optar decididamente por los modelos “opensource” en software, hardware, cultura, arte, música, diseños industriales…

* Redistribución progresivamente equitativa del poder, en el campo del comercio es apostar decididamente por las cooperativas integrales de producción/consumo, los mercados sociales, por el pequeño comercio de proximidad frente a la gran superficie y frente a las grandes distribuidoras.

* Redistribución progresivamente equitativa del poder, en el campo de la agricultura, es defender al pequeño agricultor, a la agricultura ecológica, desmantelar progresivamente los grandes latifundios de monocultivo en manos de unos pocos dueños o pelear contra las semillas transgénicas esterilizadas y sus pesticidas asociados que generan dependencia y empobrecimiento en los pequeños productores.

Así podríamos seguir poniendo ejemplos múltiples en el campo de la información, la educación, la sanidad y finalmente en la economía monetaria. (Banca pública ética y democrática, lucha decidida contra los paraísos fiscales, gravámenes especiales sobre las grandes inversiones publicitarias, renta básica universal, insumisión contra la industria de los juegos de azar, [auto]limitación de la renta máxima disponible, monedas complementarias, bancos de tiempo, economía del bien común, rediseño de los indicadores que nos ayudan a evaluar la marcha de la economía…)

Como vemos, el principio de “Redistribución progresivamente equitativa del poder” es esencialmente político. Constituye un buen filtro, unas “gafas de ver”, una “prueba del algodón” para poder evaluar si una medida propuesta o aplicada por cualquier partido gobernante o de oposición es limpia y si está encaminada hacia la búsqueda del bien común o no. Este principio nos da pie a imaginar una lista interminable de iniciativas que irían mucho más allá de la meramente cosmética recomendación del FMI de “actuar contra la pobreza”. No son izquierdas contra derechas, es centralidad contra extremismo, es equilibrio contra asimetría.

Javier Arias
nomasdeunmillon.org

Preguntas con respuestas – (Texto completo)

ECONOMÍA Y ECONOMISTAS

1- ¿Qué es la economía?

Definiciones hay para todos los gustos. Según la primera acepción del diccionario de la RAE es la “administración eficaz y razonable de los bienes”. A quien no le interese profundizar en el asunto le bastará con retener que la economía, por mucho que los economistas la quieran adornar, es sólo una parte del derecho que regula la propiedad y los intercambios.

Leyes que regulan. La economía no es ciencia, ni magia, ni tampoco un orden natural intocable.

2.- ¿Es importante la economía?

Lo es, aunque no debiera serlo. A poca gente le interesa la economía y sin embargo, debido a su nefasto funcionamiento, está en el centro de nuestras vidas.

Hay que arreglar cuanto antes la economía para que deje de incordiar y pase al segundo plano que le corresponde.

3.- ¿Necesitamos saber economía?

La destrucción del medio ambiente es consecuencia directa del funcionamiento del sistema económico capitalista. También lo es una larga lista de penurias y desgracias que arrastran los seres humanos, la pobreza, la injusticia, la corrupción, las guerras… Además, la creciente desigualdad a nivel planetario conduce a la dictadura de un puñado de grandes ricos y al previsible colapso del sistema. Así que, si queremos entender el presente y vislumbrar el futuro, más nos vale saber algo de economía. Dicho lo cual, lo que necesitamos saber de economía son, básicamente, dos cosas:

  1. Que, nos guste o no, el capitalismo es el sistema económico que impera en el mundo y el único disponible por el momento.
  2. Que para evitar los peligrosos desequilibrios que provoca el neoliberalismo, la variante radical del capitalismo que se ha impuesto en el mundo, es vital frenar la escalada de la desigualdad. Esto sería fácil poniendo un límite a la riqueza privada. Un millón de dólares, por ejemplo.

4.- ¿Son ineptos los economistas?

Si los economistas no encuentran alternativa a un sistema que está devastando el planeta y que va camino de hundirnos a todos habría que concluir que ni la economía ni los economistas sirven para gran cosa.

Una corriente de economistas, los neoliberales, guían la política económica del mundo. No lo hacen porque su teoría y su práctica sean las mejores, sino porque sus intereses confluyen con los de los más poderosos. Los neoliberales creen que la desigualdad no es un problema. Esa ceguera (a menudo interesada) de quienes están al mando de la economía nos arrastra hacia un mundo injusto, ilógico e inviable. Muchos otros economistas son conscientes de que alentar un sistema de desigualdades crecientes es contrario a la lógica económica. Estos, aunque sean mayoría, suelen estar lejos del poder económico y político.

La economía básica enseña que la concentración excesiva de poder económico desvirtúa la libre competencia y conduce a indeseables situaciones de monopolio. Parece lógico, por tanto, establecer un límite a la riqueza personal, aunque los neoliberales que guían la economía mundial, verdaderos ineptos en gestionar el reparto de la riqueza, defiendan una acumulación privada infinita.

5.- ¿Funciona la economía?

La economía mundial va rumbo al colapso. Las crisis cíclicas se suceden, la pobreza se ha hecho crónica, asquerosos negocios, como el de las armas, los transgénicos o los mercados de materias primas conquistan protagonismo, las grandes corporaciones transnacionales marcan la agenda bélica, los paraísos fiscales y la corrupción campan por sus respetos… y todo esto ¿es inevitable? No. Todo ello es consecuencia de tolerar una escalada ilimitada de la desigualdad.

La economía funcionaría bien si se limitara la riqueza privada, pero sin esa restricción el capitalismo falla. Fomentar la ley del más fuerte, en este caso la del que más tiene, tiene consecuencias sociales catastróficas.

En la actualidad la economía funciona mal porque los economistas del poder han situado la ambición individual por encima de los intereses de la colectividad. Es imprescindible derogar la regla del juego económico que permite una acumulación material ilimitada.

LA DESIGUALDAD

1.- ¿Los que más tienen, son los mejores o los más listos?

No. Los que más tienen son sólo eso: los que más tienen. Su fortuna puede haber sido heredada, la mayoría de las veces, o conseguida con gran esfuerzo personal, pero eso no indica nada positivo desde el punto de vista humano. En todo caso, pretender tener demasiado en el actual estado del mundo indica más bajeza que grandeza. De hecho, sólo un necio dedicaría su vida a tener más que nadie, lo cual no quiere decir que todos los que tienen mucho sean malas personas. Ser mejor o peor no depende de lo que se tenga o se gane.

Si es legal poseer hasta el infinito, habrá gente que tenga demasiado y que someta a los demás. Si no es bueno para la economía que unos pocos tengan demasiado parece lógico cambiar las leyes para que eso no ocurra. Mientras tanto, los más ricos son sólo eso, los más ricos, a priori nada mejor ni peor.

2.- ¿Los que más tienen son los más poderosos?

A la vista está. Siendo rico se pueden financiar incontables actividades, ya sean legales o ilegales.

El capitalismo fomenta la concentración de poder económico y por tanto la supremacía del poder económico sobre el político. En democracia, el poder político debiera estar por encima del económico, pero eso ya no ocurre. Ni siquiera donde no hay democracia, como en China, porque el capitalismo es el sistema económico mundial.

En un sistema que fomenta las desigualdades extremas el poder económico termina por someter a cualquier otro poder.

3.- ¿Es beneficiosa la desigualdad?

Fabricar en serie abarata los costes de producción. Y para fabricar en serie se necesitan máquinas, tecnología, y por tanto cierta concentración de capital. Si se estableciese un límite al capital el proceso productivo sería probablemente más humano (o menos inhumano) pero se perdería productividad. Por tanto, es al menos discutible que el capital de las empresas deba ser igualitario o convergente. Si los beneficios de la mayor productividad se transfieren a la colectividad y si se garantiza que el capital está lo suficientemente repartido para que nadie pueda imponer al mercado su propia ley (si las sociedades anónimas lo fuesen de verdad) no hay nada que objetar a una concentración de capital desigual.

Por el contrario, la desigualdad en la distribución de la riqueza patrimonial es injustificable se mire como se mire. Desde la ética significa que una minoría se apropia del fruto del trabajo de todos y que la opulencia de algunos convive con la miseria de muchos. Al margen de la moral, la desigualdad de la riqueza es indeseable para un buen funcionamiento de la economía. No proporciona utilidad ni ventaja alguna. Es fuente de desequilibrios, tensiones, injusticia y violencia.

La desigualdad patrimonial es dañina. Si continúa su escalada global el sistema terminará por colapsar.

4.- ¿Es que hay poco para repartir o es que acaso somos demasiados?

La productividad capitalista proporciona ya hoy suficiente riqueza colectiva para que todos los habitantes de la Tierra puedan vivir muy desahogadamente, sin carencia material alguna. No tenemos un problema de escasez. El sistema económico genera riqueza más que de sobra. El problema es el reparto de la riqueza: se reparte rematadamente mal y aceleradamente a peor.

Si ya hay recursos para todos no parece que sobre nadie. Además, el crecimiento demográfico se supera con el desarrollo económico. Cuando a la gente le va bien la población se frena automáticamente. Es más humano y razonable solucionar el reparto de la riqueza antes que emprender campañas de esterilización masiva de pobres. Si la economía solucionara el reparto de la riqueza que se genera entre todos no existiría problema demográfico alguno.

CAPITALISMO Y COMUNISMO

1.- ¿En qué se diferencia el comunismo del capitalismo?

En el comunismo el estado decide lo que conviene producir y cómo hacerlo. La propiedad es común. Se dejan por tanto a un lado las aspiraciones personales como motor de la economía para confiar las decisiones a un gobierno dotado de una estructura burocrática piramidal, más o menos democrática. Los de arriba se suponen los más preparados para la dirigencia porque han ido ascendiendo desde las bases. Ellos deciden, ellos organizan, ellos mandan. El comunismo tiene puntos débiles: baja productividad, falta de libertades individuales, crecimiento lento y a menudo ineficaz.

En el capitalismo son los individuos los que ponen en marcha la economía. El capitalismo bien organizado es muy productivo, como se demostró antes en occidente y ahora en China. Enseguida unos pocos ganan muchísimo y otros muchos (casi todos cuando no hay crisis de por medio) progresan. Pero el capitalismo tiene un grave problema, que acrecienta la desigualdad. Si no se transfiere riqueza de los de arriba hacia los de abajo el capitalismo termina haciéndose inviable en el medio plazo. De ahí la importancia de garantizar ese flujo desde la abundancia hacia la escasez.

Hasta la llegada del neoliberalismo el capitalismo fue esquivando ese problema intrínseco de la desigualdad capitalista utilizando políticas impositivas que garantizasen un mejor reparto y evitasen los abusos. Pero tras la caída del muro de Berlín esa necesaria aportación de los de arriba hacia los de abajo para que el capitalismo no se derrumbe se acabó. El poder de los inmensamente ricos, justificado por una corriente de economistas individualistas radicales, se ha impuesto sobre el poder político y sobre toda la sociedad. Si el premio al individualismo son las riquezas, ¿por qué el individuo triunfador debería renunciar a su triunfo? La respuesta correcta es porque no hay más remedio. De otro modo la escalada de la desigualdad colapsa al capitalismo.

El caso chino es una variante postmoderna de capitalismo conservando una estructura burocrática piramidal heredada del comunismo. El neoliberalismo capitalista, modelo que viene aplicando China, también Europa y en menor medida EEUU, funciona mejor sin democracia, bajo una estructura de poder piramidal.

2.- ¿Hay que elegir entre capitalismo y comunismo?

Esa polémica ya no existe. El comunismo, como sistema económico, fracasó. El régimen chino, a la vanguardia de la economía mundial, se llama comunista, pero su economía no lo es en absoluto. China tiene un modelo capitalista de desigualdades crecientes, como el resto del mundo.

El modelo en el que unos pocos planifican y deciden por los demás ha sido superado porque no funciona. Ahora manda la libre iniciativa particular, lo que a priori es más democrático y conveniente. Capitalismo es lo que hay. El problema es que el capitalismo promueve una desigualdad creciente y eso debe ser corregido. Sí o sí.

INDIVIDUALISMO Y COLECTIVISMO

1.- ¿Es mejor que la economía sea individualista o colectivista?

El fin que persigue la economía debe ser colectivista. Aunque algunos economistas modernos pretenden una sociedad de desigualdades crecientes, esto es indeseable para la mayoría y peligroso para todos. Las ambiciones personales no deben primar sobre los intereses colectivos. De otra forma nos esclavizaríamos unos a otros y acabaríamos con todos los recursos del planeta.

El fin de la economía debe ser colectivista, pero ¿los principios? Aunque sobre esto hubo mucha discusión en los siglos XIX y XX, la práctica ha venido a demostrar que es mejor que los principios de la economía sean individualistas. La economía tiende a ser enormemente productiva cuando los intereses individuales se ponen en marcha, pero hay que vigilar para que los intereses individuales no se impongan sobre unos fines que deben ser colectivos. De otra forma el éxito inicial se convertirá en sonado fracaso.

Cuando se pretende que los fines colectivos se sometan a los principios individualistas tenemos un grave problema, como ahora sucede en el mundo. Que los intereses individualistas sean el motor de un capitalismo que funciona de manera más productiva no significa que la acumulación individual sea buena para la sociedad, sino todo lo contrario. Para que el capitalismo funcione correctamente es necesario poner límite a la acumulación privada de poder económico.

No es necesario socavar los cimientos del sistema individualista, sino potenciarlo. Más y más personas debieran sacar provecho de la productividad capitalista derivada de los intereses individualistas y de la libre competencia. Para ello hay que garantizar el libre mercado, lo que no es posible cuando se permite acumular hasta el infinito. La concentración de poder económico termina sometiendo el mercado a intereses minoritarios.

Principios individualistas para conseguir fines colectivos. Así es como la economía funciona bien. Los economistas suelen militar en dos bandos, los individualistas y los colectivistas. El error más habitual de ambos es querer aplicar el individualismo o el colectivismo tanto a los principios de la economía como a sus fines. Pero ni los principios organizativos deben ser colectivos, para no padecer una sociedad burocrática piramidal de baja productividad en la que sólo unos cuantos deciden, ni los fines deben ser individualistas, pues como consecuencia de la escalada de la desigualdad nos condenaríamos a una sociedad de siervos y esclavos finalmente inviable.

EL FUTURO QUE VIENE

1.- ¿Qué futuro económico podemos vislumbrar?

Si las cosas siguen como están, unos cuantos miles de familias terminarán por dominar el mundo imponiendo sus normas y su moralidad. Es previsible que aumente la pobreza, que arrecien las guerras, que los conflictos y la violencia sean habituales y que vivamos grandes masacres como consecuencia del empuje demográfico. Los grandes ricos terminarán peleando entre ellos y frente a todos los demás hasta la instauración de un nuevo orden mundial, previsiblemente dictatorial, entre enormes turbulencias.

2.- ¿No hay mejor alternativa que limitar la riqueza?

No parece que haya otra opción. El capitalismo es hoy imparable y el recurso a una planificación colectivista de la economía inaceptable. Con China estamos asistiendo al mayor éxito económico de la historia (otra cosa es su estrepitoso fracaso medioambiental y social). Pero ese éxito está generando una competición por la desigualdad a nivel global que terminará por hacer inviable el sistema. Para sobrevivir en el corto plazo hasta inventar un sistema económico mejor que el capitalismo, si existe, es imprescindible limitar la riqueza cuanto antes.

Luis Molina
nomasdeunmillon.org